3 de mayo de 2012

Los espacios son todo en la memoria


Elogio de la maragatería (1)

LOS ESPACIOS SON TODO EN LA MEMORIA

El San José de hoy no es el mismo de ayer. Muchos cambios han hecho mucho más funcional y moderna la ciudad. San José mantiene los mismos olores, las mismas luces, los mismos ritmos. Eso hace que quienes nos hemos alejado todavía, cada vez que vamos, nos sigamos sintiendo en casa. 



Claro que no todo es color de rosa. Seguiremos lamentando por siempre la destrucción infame de los bancos con cerámicas españolas que rodeaban el monumento de la Plaza “Treinta y Tres” en un atentado evidente a la memoria y al patrimonio local. También se extraña la fuente de la Plaza “4 de octubre”, que aunque reconozco que plásticamente dejaba bastante que desear, era bastante más digna que cuatro piedritas húmedas. Sería deseable que alguien se hiciera responsable de esos cambios, porque ese tipo de decisiones inciden directamente en la memoria y en la identidad de los pueblos. 

En su libro de memorias, el escritor argentino Juan José Sebreli*, escribe que “donde todo cambia, algo deberán permanecer porque los lugares de una ciudad son hitos que sirven de orientación y reconocimiento de sus habitantes en el espacio y en el tiempo. Afirman, por otra parte, el sentimiento de identidad y continuidad del sujeto al trazar una trama durable ante la discontinuidad y la fragmentación provocadas por el paso del tiempo y los cambios incesantes. El recuerdo de lo que fuimos es inseparable de la conciencia individual, así como la historia lo es de la conciencia social.” ¿Cómo cuida la ciudad y su gente, el paso del tiempo? ¿Cómo lo preserva? O mejor dicho, no le carguemos a “la ciudad” como una entelequia, sino ¿qué autoridades se hacen responsables de estos actos?

Me pregunto, ¿qué proyecto de ciudad tiene San José? La llamada “Plaza de colores” tiene algo que ver con la identidad local? Insisto con el nombre de la Calle “Ciudad de Astorga” (actual Batlle y Ordóñez) ya que privó a la ciudad de la designación de una ciudad íntimamente ligada a los orígenes fundacionales de 1783, además de violar, con el imprudente cambio, un acuerdo internacional con la española y maragata Ciudad de Astorga. ¿La fachada de la vieja Confitería París no podía haber quedado como antaño como para embellecer el entorno del centro de la ciudad respetando un frente histórico frente a la plaza principal? 

“La memoria, extrañamente no registra el transcurso del tiempo y solo en y por el espacio se recuperan los recuerdos (...) El espacio es todo en la memoria. No recordamos nuestra infancia, día a día, circulando en el transcurso de un tiempo continuo, siguiendo el hilo de un relato histórico, sino sobre el fondo de una duración ilusoria y abstracta compuesta por una serie indiferente de instantes sin fecha, pero localizados en el espacio. Es decisivo, entonces, para la subjetividad, evocar las casas y los cuartos donde se ha estado, los espacios vividos, los espacios íntimos, los espacios amados, los espacios, tal vez, soñado, aun los espacios donde se ha sufrido ya que la distancia todo lo enternece.”

Esta última afirmación de Sebreli es justamente la motivación de este artículo. La distancia (en nuestro caso unos tristemente lejanos 92 kms) nos hace ver y sentir a San José con nostalgia y muchas veces, con dolor de lo que ya no es. (Artículo publicado hace algunos años en el diario Primera hora.)

* “El tiempo de una vida” de Juan José Sebreli. Ed. Sudamericana. Buenos Aires, 2005.

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