Ministro de Relaciones Exteriores Luis Almagro
28 de febrero de 2014
Cuentos para no dormir la siesta
Admito que el título es algo engañoso, ya que el libro que comentaré no son cuentos de terror o que den miedo. Lo que no quita que, atrapados por la fascinación de las palabras, no se quiera ni cabecear, para no perder detalle.
Por Jaime Clara
El rap de la morgue y otros cuentos es el último libro de la escritora Claudia Amengual (Montevideo, 1969). Con una destacada trayectoria como novelista -recibió en 2006 el premio Sor Juana Inés de la Cruz que otorga la Universidad de Guadalajara y la Feria del Libro de esa ciudad por su novela Desde las cenizas- este es el primer libro que reúne relatos más breves, aunque tan ambicioso como un libro de largo aliento. Es que escribir cuentos tiene sus reglas y sus desafíos creativos. El cuento debe ser contundente en el, relativamente, breve espacio con el que se cuenta. Lo que se narra, la historia, debe ser clara, concisa, precisa. Julio Cortázar, que fue un maestro en todo lo que hizo, y en el terreno de los cuentos aun más, dijo que en “el combate que se entabla entre un texto apasionante y su lector, la novela gana siempre por puntos, mientras que el cuento debe ganar por knockout.” Esta es parte de la fascinación de los cuentos, lo que significa un compromiso mucho mayor para el escritor.
Como lo explica la propia autora en el prólogo de este libro que se encuentra en las librerías uruguayas, aunque curiosamente, fue editado en Estados Unidos, “los nueve cuentos que conforman esta selección fueron escritos entre 2001 y 2012. Algunos de ellos integran por separado diversas antologías y otros ven la luz por primera vez. (…) Con sorpresa descubrí que durante una década la muerte había sido un tema recurrente en mi escritura y me pareció un asunto con la universalidad suficiente como para constituir un eje de reflexión. El tema, claro, no es nuevo. Si acaso hay alguna pretensión de originalidad está en una manera particular de concebirlo y narrarlo a través de historias inventadas. Ese es el encanto de la ficción. Al leerlos en conjunto me doy cuenta de que escribir sobre la muerte es una forma de celebrar la vida”
No se trata de historias negras o policiales como suele ser la moda literaria de estos tiempos. Son historias de gente común, fácilmente identificable con el lector. Parejas desparejas, hombres y mujeres que viven la vida como pueden o como se la dejan, personas con luces y sombras y con problemas como tenemos todos.
Algunos de los cuentos tienen pinceladas de humor negro, o transcurren en escenarios comprometidos con la realidad social, por ejemplo en el que cuenta una historia derivada de la crisis económica del 2001, u otros con tal intensidad en el relato que obliga al lector a apurarse para saber de qué manera se resuelve ese relato que Amengual realiza con mucha calma, brindando los detalles necesarios para que ningún detalle quede librado al azar.
El rap de la morgue y otros cuentos es una muy bienvenida novedad porque acerca al lector de Claudia Amengual, un estilo que hasta ahora no estaba publicado en libro. Para quienes jamás la leyeron, puede significar la mejor puerta de entrada para conocer una de las voces más versátiles que tiene la literatura uruguaya de los últimos tiempos. En una entrevista, hace algunos años, cuando se le consultó sobre los rasgos salientes de su estilo, Amengual respondió que “corrijo hasta el cansancio mientras busco la sencillez de la expresión. Trato de apelar a una brevedad elocuente, donde pocas palabras digan mucho y, sobre todo, donde sea posible establecer un juego con el lector que vaya llenando los espacios que la historia deje. También me preocupa la música interior del texto, su ritmo, es decir, que suene bien. Y, último, pero no menos importante, intento que mi escritura sea amena, que el lector quiera volver a ella. Si logro hacer pensar y entretener a la vez, ahí está mi premio.” Con estos nueve cuentos, Claudia Amengual logra lo que se propone.
CLAUDIA AMENGUAL. El rap de la morgue y otros cuentos. Ediciones La pereza. Miami, 2013. 122 pags. 390 pesos
John tiene la palabra
En realidad, el título de esta columna debería ser Lennon en el diván, pero resulta que es la forma en que, en general, los periodistas han elegido para hacer la reseña de una nueva biografía del beatle.
Por Jaime Clara
David Foenkinos es un periodista francés, escritor y músico. Es el exitoso autor de la novela La delicadeza, llevada al cine hace pocos años. Acaba de llegar a Uruguay un ambicioso trabajo de este confeso fanático de Los Beatles. El libro ha sido bautizado simplemente como Lennon y se trata de una biografía novelada del músico. ¿Qué se puede escribir de Lennon, en una biografía que no se haya escrito a treinta años de su muerte? La propuesta original de Foenkinos fue hacerlo hablar, meterse en su cabeza, en sus pensamientos. La forma elegida es la de la sesión con el psicólogo. “Es sólo un truco. No me interesa lo del psicoanálisis, era sólo una forma de hacerle hablar sobre su vida y pensar sobre su pasado. Quería escribir su vida desde un punto de vista emocional”, explicó el autor.
El libro, dividió en sesiones, en lugar de capítulos, presenta el relato del propio músico en primera persona, contando desde su nacimiento, su infancia, las luces y sombras de su familia y las personales. Así se descubre, por ejemplo, el carácter irascible y casi violento que primó en Lennon durante sus primeras décadas de vida. El relato de las casi doscientas páginas del libro, editado por Alfaguara llega hasta el día antes de su asesinato. Casi que no hay aspecto, de los importantes y determinantes en la vida del beatle que no se toquen: la política, la Corono británica, las drogas, las infidelidades, la conflictiva relación con su padre y su propia paternidad, Yoko Ono, la formación de Los Beatles y su vínculo con cada uno de sus compañeros y con el público, entre tantos
Lennon, que recién llega a Uruguay, fue publicada en 2010, cuando se cumplieron cuarenta años de la separación de los Beatles y treinta del asesinato del músico.
En una entrevista, el autor de esta particular biografía novelada, destacó la vigencia que aun mantienen Los Beatles: “es impresionante lo vivos que siguen estando Los Beatles. Hay algo en su genio que atraviesa el tiempo. Como músico, creo que marcaron un antes y un después en la historia de la música. Descubrieron nuevos sonidos, nuevas formas de pensar el rock, incluyendo el uso de música clásica.Lennon fue, además, uno de los primeros músicos que escribió letras de canciones como si fueran poemas. Y usó su celebridad para defender la paz y el amor. Utilizó sus canciones como arma para la lucha política.”
Agregó que “en mi libro describo al Lennon real, un hombre con una vida de puro sufrimiento. Nunca fue feliz. Su infancia fue terrible. Yo cuento todos los detalles de su dolorosa relación con sus padres. Tomó mucha droga y alcohol para escapar de sí mismo. Ahora pensamos en su defensa de la paz y en Imagine, pero como vemos en el libro, estuvo a punto de matar a alguien. Creo que finalmente fue feliz justo antes de morir, con 40 años.”
LENNON. David Foenkinos Traducción: César Aira. Editorial Alfaguara. 2014. 200 págs.
27 de febrero de 2014
Tom Wolfe
"Hay que hacer un mundo protegido de la hipocresía." Periodista y escritor norteamericano Tom Wolfe, autor de "La hoguera de las vanidades"
26 de febrero de 2014
La tolerancia
¿DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE TOLERANCIA? ¿POR QUÉ ESTA PALABRA ESTÁ EN BOCA DE MUCHOS, PERO POCO SE PRACTICA? NOS VANAGLORIAMOS DE SER UNA SOCIEDAD TOLERANTE, ¿LO SOMOS?
Por Jaime Clara Para muchas sociedades, aceptar la tolerancia forma parte de la consolidación del sistema democrático y de libertades individuales y sociales. Pero la tolerancia no es un axioma, es decir, una proposición que se considera evidente y se la acepta sin demostración previa. La tolerancia es un concepto que está en construcción todos los días y en todo momento.
Comencemos por las definiciones.
La tolerancia es saber respetar a las demás personas en su entorno, es decir en su forma de pensar, de ver las cosas, de sentir y es también saber discernir en forma cordial en lo que uno no está de acuerdo.
La tolerancia es el respeto con igualdad sin distinciones de ningún tipo.
La tolerancia es aceptarse unos a otros. Debemos aceptarnos a nosotros mismos y luego aceptar y respetar a todos los demás. Aceptar a los demás como son, sin peros y sin reparos.
La tolerancia es la virtud moral y cívica que consiste en permitir la realización de acciones, preferencias y creencias que aunque no sean consideradas como lícitas, sin embargo, no son impedidas por la autoridad con poder de impedir. La innegable actitud de soportar los actos ajenos, respetando su forma de pensar, quedando en la situación de recibir lo dado.
La acción de tolerar es respeto y consideración hacia creencias y opiniones de los demás. Es el margen o diferencia que se consiente en la calidad y cantidad de una cosa.
El concepto de tolerancia se aplica en diversos contextos, por lo que depende dónde se aplique, la dimensión que puede alcanzar.
Se trata de una idea compleja, pues supone la relación entre las personas, entre grupos sociales, que generalmente tienen discrepancias o, directamente, están enfrentadas. Para muchos la tolerancia puede ser una virtud, para otros un valor moral, puede tratarse como una actitud, una disposición de no interferir en la conducta de otra persona, o tratarse de una concesión gradual de libertad.
Voltaire, en su Diccionario, parte del cuestionamiento de cuál es el menor mal para la convivencia de los seres humanos, si la tolerancia o la intolerancia. Dado que todos los seres humanos están propensos al error, la tolerancia sería una especie de perdón recíproco. “…es indudable que debíamos tolerarnos mutuamente unos a otros, porque somos débiles, inconsecuentes, mudables y víctimas de errores.” En su Tratado de la tolerancia, el propio Voltaire critica duramente al catolicismo, el cual considera la religión más intolerante de todas.
El mismo espíritu de defender la libertad de conciencia, entendida como libertad de culto, aparece en los escritos sobre la tolerancia de John Locke, recogiendo así el concepto ilustrado de tolerancia en el siglo XVIII.
La tolerancia encierra una actitud de comprensión frente a las posturas contrarias en las relaciones entre las personas, cuya esencia se caracteriza por la diversidad.
En su Diccionario de Filosofía, Walter Brugger, dice que “tolerancia significa la actitud del hombre dispuesto a no suprimir las convicciones de los otros, especialmente religiosos y morales, aunque le parezcan falsas o desechables, ni a impedir la expresión de las mismas. Pero no significa la aprobación de tales convicciones, ni indiferencia frente a lo verdadero y bueno, ni es necesario que se apoye en el agnosticismo.”
El concepto de verdad absoluta no existe en un régimen donde campea la tolerancia. Debo admitir la duda sobre lo que piensa o dice la otra persona. Lo que está claro, según Ferrater Mora, es que “la intolerancia fue/es perjudicial, porque impide el florecimiento de las artes y de las ciencias, y, al limitar las condiciones del ejercicio del pensamiento, ahogó la originalidad y con ello, la posibilidad de descubrir la verdad”.
La tolerancia, en tanto derecho fundamental, se emparenta íntimamente con el principio de libertad de pensamiento, con el principio de igualdad, en contra de toda discriminación, ya sea por sexo, etnia, religión, pensamiento, país, cultura. Se trata de comprender y dialogar con el otro, en vez de discriminarlo, ignorarlo o exterminarlo. El sistema democrático no se concibe sin la tolerancia en su propia esencia.
Pero no podemos conformarnos tranquilamente con estas definiciones. Parte de la construcción que pretendemos realizar desde el taller, es la generación de pensamiento crítico sobre conceptos que parecen sólidamente constituidos.
Sin que signifique un juego de palabras, la tolerancia supone tolerar al otro. Tolerar al otro supone, respetarlo en la divergencia, en la diferencia, puede suponer también “aguantarlo”. Le decimos al otro, “te soporto, acepto que pienses diferente, pero yo tengo mi verdad.” Es decir, no hay negociación posible. Se corre el riesgo de generar una lucha entre las posiciones antagónicas.
Confieso que me genera más comodidad el concepto de la convivencia ocoexistencia. Asumir que en la sociedad en que vivimos, todos somos distintos y no pensamos igual.
Durante una entrevista radial, el Dr. en Filosofía Facundo Ponce de León me manejaba el concepto de respeto, como posible desarrollo ante las observaciones a la tolerancia. El respeto por la opinión ajena. Estos conceptos, los de convivencia o el de respeto, no suponen competencia entre posiciones, entre verdades, sino que aspira a la armonía entre todas las posiciones. Si esto se logra, la sociedad que se construye día a día será mejor
El país de las ballenas muertas
MUCHAS VECES HEMOS ESCUCHADO QUE LA REALIDAD SUPERA LA FICCIÓN. POCAS VECES, COMO EN EL CASO DEL CACHALOTE MUERTO QUE APARECIÓ EN LA COSTA MONTEVIDEANA, ESA FRASE ADQUIERE UNA NUEVA DIMENSIÓN.
Por Jaime Clara Dejá vu. Hace pocas semanas, las autoridades se enfrascaron, nuevamente, en una discusión similar a la que habían sostenido hace algunos años. Un inmenso cadáver, proveniente del mar, invadió la costa e inundó de un olor nauseabundo a toda una zona de Montevideo que soportaba sensaciones térmicas cercanas a los 40 grados. ¿Qué hacer con ese imponente bicho? El intríngulis, inevitablemente remite a la novela El ministro y la ballena (Fin de siglo, 2008) del periodista Jorge Burel.
Hace unos días, lo entrevisté para Sábado Sarandí. Allí Burel recordó que para escribir aquella novela, se inspiró, “muy libremente en un episodio que había ocurrido en setiembre de 2004, donde una ballena de otras características, no como el cachalote, sino una ballena, importante de tamaño, encalló en Gorriti.” El periodista recordó que “se plantearon las mismas preguntas, es decir, cómo hacemos para hacer desaparecer la ballena. En aquella época, seguí con atención ese episodio. Y me llamó mucho la atención que no tenían la más mínima idea de qué hacer con el animal. Se habló de dinamitarla, de trozarla… Por supuesto, el temor era, el mismo temor que estuvo detrás del operativo de extracción del cachalote, la putrefacción y el concomitante olor. En aquella ocasión se resolvió que un buque de la Armada, enlazara al cetáceo, ya muerto, que lo llevara al medio del mar y lo soltara en algún lugar donde las corrientes se encargaran de alejarlo de la costa. El tema fue que a los pocos días, esa ballena, más corrompida, volvió a aparecer, en este caso, en una playa cercana a Piriápolis. Y ahí se replanteó la discusión sobre si la enterramos en la arena, pero eso iba a tener una descomposición y de corrupción de la fauna marina en la orilla de la playa. Alguien tuvo la idea de envolverla en un sudario de cal, para que la cal ayudara a una más rápida descomposición. En aquel momento, el Ministro de Turismo, que era el actual senador Pedro Bordaberry, tomó alguna carta en el asunto, se manejó la idea que se manejó ahora de enterrarla y extraer, dentro de algunos años, la osamenta, armarla y exhibirla en algún museo.”
Jorge Burel comentó que siempre tuvo la sospecha de que al buque de la Armada, se le escapó la ballena muerta. “En aquella época, escribí una nota para el suplemento qué pasa de El País, que se tituló Moby Dick a la uruguaya. La idea era que no luchábamos, como el Capitán Ahab contra la inmensa ballena blanca que simboliza tantas cosas en la novela de Melville, sino que estábamos luchando, y no nos dábamos maña para eso, con una ballena muerta. La Armada nunca aclaró qué había pasado. Hay fotos de aquel rescate, con la ballena henchida por los gases de la descomposición. Tiempo después de que se publicara la novela, hablé con alguien que estaba vinculado a ese Ministerio, que me confirmó que se les había escapado la ballena muerta.”
“A mí me pareció –comentó Burel- que eso era como una especie de metáfora de la incapacidad que solemos tener los uruguayos para resolver algunas cosas que deberíamos resolver. Personalmente creo que Uruguay está lleno de ballenas muertas y que no sabemos qué hacer con ellas. Y que, además, cada tanto nos replanteamos cuál podría ser la solución, y nunca la encontramos. Entonces, me pareció que era una manera de reflejar, un poco, el estado de ánimo que yo tenía sobre ciertas cosas del funcionamiento del país.”
En 2009, el periodista Leonardo Haberkorn, hizo una reseña de la novela El ministro y la ballena, para el Portal 180. Allí escribió quese trataba de “una batalla tragicómica. De un lado una ballena muerta. Del otro, un país entero con sus gobernantes, sus científicos, sus intendencias, sus máquinas, sus fuerzas armadas. En cualquier lugar civilizado del planeta, el cadáver marino no tendría posibilidad alguna. Con la precisión de un cirujano, Burel hace la autopsia, no de la ballena muerta, sino del país que no puede lidiar con ella. Página a página aparecen todas y cada una de las taras a las que pagamos tributo día a día: la irresponsabilidad, la demagogia, la incapacidad para trabajar en equipo, la defensa histérica de las chacritas, la improvisación, la ignorancia disfrazada de optimismo. Todo nuestro arsenal de atraso.”
Hoy, en el comienzo del año 2014, sucedió un hecho similar y se dieron, nuevamente, las discusiones que en tono de sarcasmo contó Burel en su novela. A lo que respondió que “ahora he descubierto, cuando la realidad copia a la ficción, que en Uruguay, la sátira, como género literario, ha muerto. Que en Uruguay uno no puede hacer sátira, porque la realidad se encarga de ir más lejos que la sátira, y por consecuencia, la imaginación más desbordante de un novelista, es incapaz de competir con la realidad en la que vivimos. Todo lo del cachalote me hizo mucha gracia; recibí algunos mensajes de gente que había leído la novela y que encontraba alguna similitud entre los hechos. Un amigo se comunicó conmigo azorado de que en las maniobras que realizaron, una máquina hubiera ingresado al agua y que el operario de la conducía tuviera que ser rescatado por buzos, cuando en realidad, lo más razonable hubiera sido, en ese momento, porque era un día de marea alta, con muchas olas y mucho viento y habría sido razonable esperar a que mejoraran las condiciones del tiempo.”
Finalmente, sobre el asunto, Burel reflexionó que “uno se queda con esa sensación de que la experiencia nunca deja una enseñanza, de que todo empieza de nuevo, que no se saca rentabilidad de la experiencia, entonces repetimos las cosas. Se vive en una especie de eterno retorno.”
En columna Haberkorn recordó que “la novela tiene una escena cumbre. Luego de que todos los intentos por deshacerse del cadáver han fracasado y el Balneario entero está sumido en el hedor más nauseabundo, el Ministro convoca a todos los periodistas a una conferencia de prensa al lado mismo del fenecido y pestilente cetáceo. Y allí van las cámaras, para registrar como el Ministro asegura que todo está bajo control.” De alguna manera, fue lo que pasó en el comienzo de este año cuando, finalmente se había encontrado la solución para deshacerse del tremendo animal y una grúa pretendió depositar el cachalote en la chata que cruzaría Montevideo para enterrarlo en el infame destino de la usina de Felipe Cardozo. Como negándose, el cetáceo se desplomó pesadamente sobre el vehículo. Muerto y todo, siguió dando batalla.
Luis Alberto Lacalle
Algunas caricaturas de la época en el que el Dr. Luis Alberto Lacalle fue Presidente de la República.
25 de febrero de 2014
Milan Kundera
"Desprecia la literatura en la que los autores delatan todas sus intimidades y las de sus amigos. La persona que pierde su intimidad, lo pierde todo." Milan Kundera
24 de febrero de 2014
Antonio Machado
El 22 de febrero de 1939 moría Antonio Machado.
El que espera desespera,
dice la voz popular.
¡Qué verdad tan verdadera!
La verdad es lo que es,
y sigue siendo verdad
aunque se piense al revés
21 de febrero de 2014
Horacio Quiroga
El 19 de febrero de 1937 moría Horacio Quiroga. Este poema integra el poemario Es inmensa la noche, publicado por Estuario Editora.
LOS ÚLTIMOS MINUTOS DE HORACIO QUIROGA
Su mano no tiembla
aunque haya veneno en el vaso.
Acaba de mantener relaciones carnales
con una enfermera,
bastante más joven,
que lo admiraba lo suficiente
como para solamente
dejarse abrazar y besar
por el maloliente y
despeinado barbudo de la sala 35,
según se le conocía por el resto
de los funcionarios del hospital.
El cóctel de medicamentos,
que mucho razonó y creó,
es una bebida mortal
y él lo sabe.
Respira profundo
llenando de aire viciado y de vida enferma
los pulmones.
Mira a ninguna parte,
creyendo encontrar algo de verde naturaleza
en la mugrienta y gris sala del hospital,
más silencioso que de costumbre.
No está el sol,
viejo compañero de tantas rutas.
Hace tiempo que nadie lo viene a visitar.
Mujer no tiene.
Sus hijos ocupan sus mentes en otras cosas.
Sin embargo
no es lo que le preocupa.
Cree que debió quedarse en su casa,
pero el dolor de su cuerpo era insoportable,
le llegaba hasta el alma.
Todo el alcohol a su alcance
no llegó a aliviarlo nunca.
Acostumbrado a tantos dolores
aguantó lo que pudo.
Pero no lo logró.
Perdió una vez más.
Dejó el hogar,
que nunca fue suyo,
sino de sus locuras
y las de sus hijos.
Quizás jamás se debió alejar
ni de su ciudad, ni de su país.
Seguramente si se hubiera quedado
no habría sufrido tanto.
Vivió inestable y fracasado.
Siempre estuvo convencido
de que nació para sufrir.
Y así lo contó.
Inventó historias
—y amores— terribles.
Como la vida.
Como su vida,
que ahora depende
de su mano derecha.
Es la hora del final.
Bebe.
Son lentos y profundos
los cuatro tragos.
Y cesó de respirar.
LOS ÚLTIMOS MINUTOS DE HORACIO QUIROGA
Su mano no tiembla
aunque haya veneno en el vaso.
Acaba de mantener relaciones carnales
con una enfermera,
bastante más joven,
que lo admiraba lo suficiente
como para solamente
dejarse abrazar y besar
por el maloliente y
despeinado barbudo de la sala 35,
según se le conocía por el resto
de los funcionarios del hospital.
El cóctel de medicamentos,
que mucho razonó y creó,
es una bebida mortal
y él lo sabe.
Respira profundo
llenando de aire viciado y de vida enferma
los pulmones.
Mira a ninguna parte,
creyendo encontrar algo de verde naturaleza
en la mugrienta y gris sala del hospital,
más silencioso que de costumbre.
No está el sol,
viejo compañero de tantas rutas.
Hace tiempo que nadie lo viene a visitar.
Mujer no tiene.
Sus hijos ocupan sus mentes en otras cosas.
Sin embargo
no es lo que le preocupa.
Cree que debió quedarse en su casa,
pero el dolor de su cuerpo era insoportable,
le llegaba hasta el alma.
Todo el alcohol a su alcance
no llegó a aliviarlo nunca.
Acostumbrado a tantos dolores
aguantó lo que pudo.
Pero no lo logró.
Perdió una vez más.
Dejó el hogar,
que nunca fue suyo,
sino de sus locuras
y las de sus hijos.
Quizás jamás se debió alejar
ni de su ciudad, ni de su país.
Seguramente si se hubiera quedado
no habría sufrido tanto.
Vivió inestable y fracasado.
Siempre estuvo convencido
de que nació para sufrir.
Y así lo contó.
Inventó historias
—y amores— terribles.
Como la vida.
Como su vida,
que ahora depende
de su mano derecha.
Es la hora del final.
Bebe.
Son lentos y profundos
los cuatro tragos.
Y cesó de respirar.
7 de febrero de 2014
Canciller Luis Almagro
Si el diálogo fracasa Uruguay amenaza denunciar a Argentina en la OMC. Almagro endurece posición frente a Argentina.
Ministro de RR.EE. Luis Almagro y Canciller argentino Héctor Timerman
Ministro de RR.EE. Luis Almagro y Canciller argentino Héctor Timerman
6 de febrero de 2014
Jaime Roos
Discazo:
las canciones, las composiciones y las interpretaciones de Jaime Roos para cine, televisión y teatro.
5 de febrero de 2014
Taller de Guillermo Fernández
El maravilloso recuerdo del Taller de Guillermo Fernández. El dibujo, hecho por el Maestro, que se ubicó en el extremo inferior derecho, y nos dibujó a Silvia López, Lila Regules, Graciela Costa, Milton Sagrada, Inés García y un servidor.
4 de febrero de 2014
Stephen King
"Aprender es descubrir lo que ya sabemos. Enseñar es recordar a otros que lo saben tan bien como nosotros. Todos somos aprendices, hacedores, maestros." Stephen King
Dibujazos
Atesoro algunas ilustraciones originales de entrañables y admirados amigos: Ines Olmedo y Alvaro Amengual (dobleá) para la revista Zeta y el dibujo de Fernando Alvarez Cozzi para un libro que se titulaba Montevideo visto por los extranjeros, o algo así, de la década del 70, editado por Arca.
3 de febrero de 2014
El triángulo de las bermudas
El triángulo de las bermudas
HACE YA VARIOS VERANOS QUE EN LA RADIO SE REPITE UNA POLÉMICA: ¿CÓMO IR VESTIDO AL TEATRO? CON ESTOS CALORES, ¿SE PUEDE IR DE BERMUDAS? ¿CUÁNTA FORMALIDAD MERECE HOY UNA SALA TEATRAL?
Por Jaime Clara Defiendo la libertad absoluta de ir vestido como se quiera al teatro. Siempre prefiero a que la gente vaya al teatro a que no vaya porque se tiene que vestir de tal o cual manera.
La semana pasada asistí a un estreno teatral. Compartí la platea con un reconocido actor, ganador del Florencio que había ido de bermudas, y no recuerdo si de chancletas. Hacía mucho calor y era comprensible su atuendo. En la platea había varios caballeros que estaban vestidos de la misma manera. Nadie los observó ni les llamó la atención por portar tales atuendos.
Hace algunas semanas, en otro teatro, en una función regular, un sábado a la noche, había varios matrimonios de turistas brasileños. Todos los caballeros estaban vestidos de acuerdo a su condición de turistas, que habían salido a pasear por la ciudad, con remeras, este calzado tan de moda en todo el mundo croc’s y bermudas. Tampoco, nadie se inmutó. Aunque para muchos, ese atuendo es para la playa y punto. Claro, ninguna de esas mujeres entró a la sala de pareo y la parte de arriba del bikini, aunque técnicamente está vestida, pero no para esa ocasión, sino para estar en la rambla, en la arena, en un crucero o caminando por cualquier callecita perdida de cualquier balneario.
En el verano pasado asistí a uno de los recitales de música que más disfruté del año: Leo Maslíah en el Under Movie. El multifacético artista estaba de bermudas y alpargatas y, por supuesto, ese atuendo no menoscabó la calidad del espectáculo. Y varios espectadores vestían igual que Leo, esa noche.
¿Hay un modo de vestir para asistir a sala? Justo es reconocer que si uno mira a las generaciones anteriores, nuestros padres y abuelos se acondicionaban especialmente para una salida el fin de semana. Usaban saco, corbata, hasta traje con chaleco los caballeros y las damas, no digo de fiesta, pero andaba cerca. Es decir, que salir al teatro y luego a cenar, era todo un acontecimiento que requería vestirse para la ocasión. Antes, una salida requería formalidad.
Hoy en día las cosas se encaran de otra manera. Se supone que ir al cine o al teatro es una costumbre relajada y divertida. Quizás el problema sea ir de chancletas y bermudas al Teatro Solís o al Auditorio del Sodre a un concierto del Centro Cultural de Música. O no, y sean puros prejuicios. El director del Teatro Solís, Cacho Bagnasco, consultado al respecto dijo que “nos comportamos como en la Opera de París, salvo las Galas, que la gente venga como quiera.” Aclaró que no existe ninguna normativa ni para los espectáculos ni para las visitas guiadas.
Antes de encarar la salida hay que pensar en el lugar y razonar si una vestimenta muy informal no nos haría desentonar. Hay que averiguar si en el teatro al que vamos no hay alguna limitación en cuanto a vestuario y si la sala se reserva el derecho de admisión en ese sentido.
Muchas veces, la audiencia determina el espectáculo y viceversa. Si vamos al Solís no es lo mismo que ir a la Sala dos del Stella o a la Sala cero de El Galpón. Ver el ballet Hamlet Ruso en el Auditorio Nacional no es lo mismo que ver a la Catalina en el mismo escenario. ¿O si? Y si vemos al Ballet Nacional del Sodre dirigido por Julio Bocca en el Teatro de Verano, ¿cómo nos vestimos? ¿Los atuendos formales o informales dependen mucho del espectáculo que se va a ver?
Seguramente hay más preguntas que respuestas. Lo cierto es que, también, hay menos controles, o hay mayor flexibilidad a la hora de aceptar la forma de vestir de los espectadores.
La periodista experta en temas de modas, directora de la prestigiosa revista Bazaar, Ana Torrejón respondió nuestra consulta. “La elegancia es una cuestión también de sentido común y de adecuación al contexto. Exceptuando galas en el Colón o el Solís en las que se infiere el uso de traje en el caballero y el vestido en la dama, el protocolo para asistir a espectáculos ha ido corriendo los límites. Hoy en día, visto y considerando la ola de calor, está perfectamente permitido que un hombre concurra a ver una obra de teatro con bermudas, con sandalias o con camisa y sin chaqueta. La diferencia radica en el tipo de telas empleadas. Ejemplo: resulta elegantísima una bermuda de gabardina con una camisa de lino y sandalias, todo lo contrario sería una bermuda de jean deflecada, una remera y ojotas. Si un hombre quiere usar chaqueta tiene que elegir las frescas y flexibles, tipológicamente se llaman americanas y la diferencia radica en que están forradas parcialmente. También tiene la alternativa de la guayabera que es una prenda con mucha identidad, de tierras calientes. En realidad, lo que no hay que perder de vista es el significado del ritual: ir al teatro, ir a un concierto, y rendir respeto a los artistas preparándose para ello.”
Personalmente jamás iría de bermudas al teatro (sí al cine), pero no por la gente, sino que es por mí, porque creo que me sentiría incómodo. Pero insisto, que ante todo antepongo la libertad del espectador para que asista a un espectáculo como quiera. En definitiva, por más repetido que esté, el dicho tiene algo de razón: el hábito no hace al monje.
Fibonacci
El logo de Apple no es un dibujo cualquiera, sigue la sucesión matemática de Fibonacci. La sucesión de Fibonacci es la sucesión de números:
0, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, ...
0, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, ...
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