12 de noviembre de 2013

Decifrando un enigma.

Hace algunos años, la revista Dossier me pidió que ilustrara un cuento de la querida y admirada escritora Claudia Amengual. El desafío fue muy grande, por el tipo de texto, intimista, por lo que recuerdo, una relación de pareja que terminaba. Con el tiempo, le regalé el original de aquel dibujo a Claudia. Sé que ella utilizó el dibujo, finalmente encuadrado, como tema de uno de sus talleres de literatura. Hoy, accidentalmente me encontré en un blog, con un bellísimo texto sobre aquel dibujo. Aquí lo comparto. 


DECIFRANDO UN ENIGMA


Miro el cuadro una y otra vez; lo observo con detenimiento tratando de comprender el significado que quiso darle el autor. No tiene ningún sentido para mí, aunque es evidente que lo tuvo para él. 

Me pregunto si la destinataria de este cuadro tan singular habrá entendido su significado con solo verlo porque contiene códigos personales conocidos por ambos, o si el autor se lo habrá tenido que explicar.

Otra mirada, otra pregunta: ¿por qué colocar primero la copa partida y luego la copa entera? Si hubiese sido un regalo entre gente que lee de derecha a izquierda, quizás se podría interpretar como que algo estaba sano y luego se partió. Pero no es eso, estoy segura.

¿Y qué hay de la unión de ambos dibujos? No es un trabajo desaliñado, sino todo lo contrario. Está cosido con una impecable desprolijidad, con puntadas combinadas, oblicuas y rectas que terminan intentando ser paralelas. Por alguna razón, hizo las puntadas para que se note que las dos obras fueron agrupadas a propósito.

¿Y qué hay del borde del dibujo? Fue definido de manera irregular con toda intención, pero no conforme con ese detalle, cortó el paspartú resaltando la ondulación.

La parte posterior del cuadro -porque es tan particular que tiene dos caras- es igual de enigmática. Al menos para mí. Está pensado para resaltar la unión de ambas obras. ¿El autor hizo primero una, luego otra y las juntó? Es posible. También pudo hacerlas por separado para que el coserlas tuviera un significado.


La cuidada desprolijidad del anverso se ve en el reverso, pero es diferente. ¿Cuál fue el motivo por el que el autor quiso que la receptora supiera cómo lo había unido, cómo eran las puntadas y cómo estaba rematada la costura? Otro artista quizás ocultaría ese detalle tan íntimo y hasta vergonzoso, pero aquí se destacó con orgullo, sin pudores. Para resaltar aún más su descaro, el paspartú que limita y acentúa las puntadas desparejas y el indisimulado remate, está cortado con una admirable perfección. ¿Quizás para que el observador se detenga en las ondulaciones del papel de la dedicatoria? Una dedicatoria tan simple como para destacar el homenaje a la amistad. Una dedicatoria tan breve que no explica si el homenaje es a la amistad en general o a la que siente el autor por la receptora. Pero… ¿acaso importa?

Quizás el enigma quede descifrado en la unión de dos dibujos que representan dos copas, una entera y una rota. Y en esa simple inscripción de cuatro palabras con el detalle de la unión en la firma del dibujante.

Cristina Carbajal
Cuadro de Jaime Clara
7 de abril de 2012 

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