23 de enero de 2025

Derek Walcott

 En los otros ochenta, cien veranos que marcharon
como la luz de un paraíso doméstico, la idea del cielo
de un hedonista era el aparador de una cocina francesa,
manzanas y garrafas de arcilla de Chardin a los Impresionistas,
el arte era une tranche de vie, queso o pan horneado en casa-
la luz, en su opinión, era lo mejor que el tiempo ofrecía.
El ojo era la única verdad, y aquello que atraviesa
la retina se desvanece al amanecer; la profundidad de nature morte
era que la propia muerte es sólo otra superficie
como el lienzo, pues pintar no puede capturar el pensamiento.
Cien veranos que se fueron, con el acordeón que hace olas,
faldas almohadilladas, grupos en botes, golpes blancos como zinc en el agua,
muchachas cuyas mejillas ruborizadas no sobrevivieron a sus rosas.
Entonces, como tubos desecados, los soldados retorcidos
se amontonaron en el Somme y Verdun. Y los muertos
menos reales que una explosión fatal de crisantemos,
idéntico carmesí para la naturaleza muerta y la matanza
de jóvenes. Tenían razón -todo le vale
al pintor con su caballete puesto como un fusil en los hombros




Derek Walcott (1930-2017) poeta, dramaturgo y artista visual santalucense, nacido un día como hoy en Castries, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1992. Su experiencia de crecimiento en un isla volcánica aislada, una excolonia española tuvo una fuerte influencia en la vida de Walcott y su trabajo. Poco a poco se fue convirtiendo en una de las voces fundamentales de la poesía caribeña y su Collected Poems 1948-1984 fue aclamado por crítica y lectores. Su obra se encuentra intensamente relacionada con el simbolismo de los mitos y con su relación con la cultura, sin embargo; la misma fue desarrollada en forma independiente a las escuelas del realismo mágico que emergían por esa misma época en Sudamérica y Europa.

No hay comentarios.: