20 de noviembre de 2013

Cruel en el cartel

LA POLÉMICA SOBRE LA VANDALIZACIÓN DE LUGARES PÚBLICOS TUVO, LA ÚLTIMA SEMANA, UNA NUEVA POLÉMICA. BIENVENIDA LA DISCUSIÓN. EL PROBLEMA, PREOCUPANTE Y SERIO, EL PROBLEMA ES LA AUSENCIA DE SANCIONES
Por Jaime Clara Todo comenzó cuando el diputado del Frente Amplio, Alfredo Asti publicó, en su cuenta de Facebook, una foto de la enorme pegatina del diputado Fernando Amado, con la leyenda “Indignante enchastre de pegatina de Bordaberry+Amado en fachadas de Biblioteca Nacional y Universidad de la República. Eses es el futuro+futuro”. Para Asti, según explicó, “estas dos fachadas fueron hace tiempo excluidas de lugar de pegatinas por su simbolismo.” El legislador colorado, pidió disculpas y, el fin de semana, retiró la cartelería.
Consultado por el informativo Subrayado, el director de la Biblioteca, Carlos Liscano, aseguró que pegar cartelería y rayar las fachadas de los edificios históricos es una mala y permanente costumbre de los uruguayos. “A nosotros nos vandalizan todos los partidos políticos, las agrupaciones dentro de los partidos, los sindicatos, las organizaciones estudiantiles, el Club Atlético Peñarol, el Sodre, la Sala Zitarrosa, el Ministerio del Interior y estos sueltos que están contra la megaminería pero no contra la contaminación y el vandalismo en la ciudad”, afirmó. Según Liscano, esta denuncia -realizada por las redes sociales- se dio “porque es Fernando Amado y Pedro Bordaberry”. “Si fuera un partido del Frente Amplio no sé si salía en las redes sociales. Es oportunista y demagógico que hayan denunciado porque fue el Partido Colorado. ¿Por qué no denunciaron la semana pasada cuando nos vandalizó Peñarol? ¿Y la anterior, cuando nos vandalizaron los maestros? Esa es la demagogia y el oportunismo que me indigna”, agregó. Finalmente, Liscano comentó que hace tres años que dejó de limpiar la fachada de la Biblioteca Nacional porque era un trabajo inútil ya que “la limpiábamos y esa misma noche volvía a ser vandalizada”.  Además, dijo que en este caso es más fácil porque es una empresa contratada la que puso la cartelería (en el caso de Amado), pero “es difícil ir al imbécil que pasa y escribe su nombre o contra la megaminería (…) Cuando nuestros gobernantes no nos respetan, cuando los dirigentes sindicales no nos respetan, cómo le vamos a pedir a los ciudadanos que nos respeten”. Y agregó que “los ciudadanos dicen que por desidia de la Dirección no se hace una denuncia, pero a quién puedo denunciar si hasta los Ministerio nos vandalizan”, enfatizó Liscano.
El Observador confirmó lo que ya se sabe: no hay controles, y mucho menos sanciones. Según el secretario general de la Intendencia, Ricardo Prato, "Montevideo es muy grande y nosotros no podemos hacernos cargo de mirar muro por muro, trabajamos 'por denuncia de parte'". De esta forma, si un privado denuncia se deben tomar las medidas correspondientes, como la aplicación de una multa económica a la imprenta y quien haya encomendado la colocación de la cartelería y se viese beneficiado por la propaganda, pero no se hace por iniciativa de la Intendencia. Con los edificios públicos pasa lo mismo, las autoridades de la Biblioteca Municipal deberían denunciar lo ocurrido. Prato explicó que quienes están interesados en pegar los afiches comerciales, de propaganda política, gremial, o religiosos deben pasar por la Comuna para registrarlos y es ahí se les explica dónde se pueden colocar.
En su momento ya escribí sobre este asunto.Parece que los bienes públicos no fueran de nadie, cuando en realidad deben ser de todos. Y las autoridades están para controlar y sancionar. Sería bueno saber cuántas denuncias –y sanciones correspondientes- se han realizado en los últimos años. No se ha escuchando ningún mea culpa de ningún sindicato, organización social, organizadores de espectáculos, ni ninguna disculpa por enchastrar, no sólo la Biblioteca Nacional o la  Universidad de la República, sino propiedades públicas o privadas.
Sería bueno ver a diputados y ediles –dirigentes de todos los partidos - hacer denuncias públicas sobre los atentados que sufre la ciudad a diario. Sin embargo, hay desidia, cuando no desgano e indiferencia. Qué curioso, jamás el diputado Asti se indignó con la fachada del Instituto de Profesores Artigas (IPA), por el que pasa todos los días, y tiene valor como la Universidad o la Biblioteca.
El director de la Biblioteca fue muy claro y mencionó concretamente a otras dependencias públicas como responsables de la vandalización. ¿La Sala Zitarrosa, el Ministerio del Interior o el Sodre, no tienen nada para decir al respecto? ¿O el sindicato de maestros, también aludido? Una voz que debería escucharse, en el medio de esta polémica, es la de la Comisión de Patrimonio, porque cada afiche que ensucia una fachada o un monumento, es un atentado a un bien patrimonial.
El año que viene será electoral. ¿Por qué no hay un compromiso expreso de no ensuciar a la ciudad con la cartelería? Pero un acuerdo en serio, no fingido, como los que imperan, muchas veces, en algunos temas en este país 

Publicado originalmente en el blog Retazos de los cielos de El Observador. Lea aquí el enlace original

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