Anatomía del sufrimiento
Por Andrés Ricciardulli
La terrible presión de la nada, el último libro de Jaime
Clara, reúne un puñado de cuentos que, desde distintas perspectivas, atacan el
drama de la soledad
Hubo un tiempo en que los diarios eran verdaderas
enciclopedias del saber. En Uruguay, pero también en el mundo, un tema
cualquiera daba para varias páginas de sesudo análisis. El periodista
descubría, investigaba durante semanas y, en materia cultural, se presentaban
artículos que eran verdaderas joyas literarias que excedían muchas veces al
género.
Hoy la realidad es otra y ya no es posible hacer un
periodismo de ese tipo. En gran medida el cambio se debe a las nuevas
tecnologías, que han alterado el normal transcurso del tiempo, marcando un
antes y un después. También, a una cierto agotamiento de los temas, a la
inevitable acumulación de la historia que hace que lo que se escribe,
probablemente, ya se haya dicho.
Sea como sea, la nueva realidad empuja cada vez más a los
periodistas a buscar otros canales de comunicación donde es posible profundizar
a voluntad, sin restricciones de ningún tipo. Tal es el caso de Jaime Clara, que
ha combinado su dilatada actividad profesional en los medios de comunicación
con una carrera paralela de escritor que incluye varios libros publicados,
tanto de poesía como de ensayo.
Con su recién editado libro La terrible presión de la nada
(Seix Barral, $ 390) Clara da un paso más e incursiona en el género del relato
breve. Los trece cuentos que presenta el libro son independientes y se pueden
leer así, pero giran en torno a un mismo tema: la soledad, ese terrible enemigo
de la condición humana, que arruina vidas y que vuelve al ser humano un trozo
de carne estéril.
Cada uno de los personajes que pueblan estos cuentos, en su
mayoría breves, adolece de una determinada variante de un mal que no distingue
edad, sexo o profesión. Porque se puede estar sola aunque se regentee un bar al
que todos los días llegan clientes, como en el caso de la protagonista de Vida
y muerte de un florero. Pero también puede sentir soledad el niño que debe
asistir forzosamente al velorio de un compañero de escuela, en un mano a mano
con la muerte donde los demás no existen, aunque llenen el lugar.
La prosa de Clara, seguramente por el tema que ha elegido,
es directa y sin metáforas. Lo que se cuenta es visto desde una cierta
distancia, como a través del objetivo de una cámara fotográfica y se describe
en frases cortas, austeras, que se limitan a narrar el corazón de los hechos.
Muchas veces se intuye que deliberadamente el autor omite
datos a la hora de presentar las historias, yendo directamente al núcleo del
asunto. Esto se observa en varios de los relatos. El protagonista de En el
cordón, por ejemplo, no sabe hasta el último momento por qué está tirado al
borde de la calle, sumido en una especie de parálisis física y psicológica,
pero ya desde la primera línea se transmite toda la angustia de estar en esa
situación.
Destaca, entre todos los relatos, Entre amigas, donde una
reunión de ex compañeras de liceo sirve de excusa para mostrar con eficacia las
dos caras de una misma moneda: la soledad buscada y aceptada de Elisa y la
angustia existencial de Adriana, que odia su realidad y su aislamiento.
Tres cuentos de temática similar pero distintos en su
ejecución, La luz del televisor, Fanny y Tocar fondo, tratan sin tapujos la
terrible soledad física y emocional que sufren las prostitutas y también sus
clientes. "La soledad no es simplemente un estado físico en el que un
cuerpo está aislado, alejado de otro cuerpo o con carencia de compañía. La
soledad es un estado de ánimo", escribe.
Clara propone en este libro un viaje intenso y visceral, a
uno de los males modernos que más deshumanizan.
Publicado en http://www.elobservador.com.uy/anatomia-del-sufrimiento-n652161
Publicado en http://www.elobservador.com.uy/anatomia-del-sufrimiento-n652161
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