15 de junio de 2015

La terrible presión de la nada por Andrés Ricciardulli

Anatomía del sufrimiento

Por Andrés Ricciardulli

La terrible presión de la nada, el último libro de Jaime Clara, reúne un puñado de cuentos que, desde distintas perspectivas, atacan el drama de la soledad
Hubo un tiempo en que los diarios eran verdaderas enciclopedias del saber. En Uruguay, pero también en el mundo, un tema cualquiera daba para varias páginas de sesudo análisis. El periodista descubría, investigaba durante semanas y, en materia cultural, se presentaban artículos que eran verdaderas joyas literarias que excedían muchas veces al género.

Hoy la realidad es otra y ya no es posible hacer un periodismo de ese tipo. En gran medida el cambio se debe a las nuevas tecnologías, que han alterado el normal transcurso del tiempo, marcando un antes y un después. También, a una cierto agotamiento de los temas, a la inevitable acumulación de la historia que hace que lo que se escribe, probablemente, ya se haya dicho.
Sea como sea, la nueva realidad empuja cada vez más a los periodistas a buscar otros canales de comunicación donde es posible profundizar a voluntad, sin restricciones de ningún tipo. Tal es el caso de Jaime Clara, que ha combinado su dilatada actividad profesional en los medios de comunicación con una carrera paralela de escritor que incluye varios libros publicados, tanto de poesía como de ensayo.

Con su recién editado libro La terrible presión de la nada (Seix Barral, $ 390) Clara da un paso más e incursiona en el género del relato breve. Los trece cuentos que presenta el libro son independientes y se pueden leer así, pero giran en torno a un mismo tema: la soledad, ese terrible enemigo de la condición humana, que arruina vidas y que vuelve al ser humano un trozo de carne estéril.

Cada uno de los personajes que pueblan estos cuentos, en su mayoría breves, adolece de una determinada variante de un mal que no distingue edad, sexo o profesión. Porque se puede estar sola aunque se regentee un bar al que todos los días llegan clientes, como en el caso de la protagonista de Vida y muerte de un florero. Pero también puede sentir soledad el niño que debe asistir forzosamente al velorio de un compañero de escuela, en un mano a mano con la muerte donde los demás no existen, aunque llenen el lugar.
La prosa de Clara, seguramente por el tema que ha elegido, es directa y sin metáforas. Lo que se cuenta es visto desde una cierta distancia, como a través del objetivo de una cámara fotográfica y se describe en frases cortas, austeras, que se limitan a narrar el corazón de los hechos.

Muchas veces se intuye que deliberadamente el autor omite datos a la hora de presentar las historias, yendo directamente al núcleo del asunto. Esto se observa en varios de los relatos. El protagonista de En el cordón, por ejemplo, no sabe hasta el último momento por qué está tirado al borde de la calle, sumido en una especie de parálisis física y psicológica, pero ya desde la primera línea se transmite toda la angustia de estar en esa situación.
Destaca, entre todos los relatos, Entre amigas, donde una reunión de ex compañeras de liceo sirve de excusa para mostrar con eficacia las dos caras de una misma moneda: la soledad buscada y aceptada de Elisa y la angustia existencial de Adriana, que odia su realidad y su aislamiento.

Tres cuentos de temática similar pero distintos en su ejecución, La luz del televisor, Fanny y Tocar fondo, tratan sin tapujos la terrible soledad física y emocional que sufren las prostitutas y también sus clientes. "La soledad no es simplemente un estado físico en el que un cuerpo está aislado, alejado de otro cuerpo o con carencia de compañía. La soledad es un estado de ánimo", escribe.

Clara propone en este libro un viaje intenso y visceral, a uno de los males modernos que más deshumanizan.

Publicado en http://www.elobservador.com.uy/anatomia-del-sufrimiento-n652161

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