Qué buena forma de terminar el año 2015. Un año que no podré olvidar jamás, tan bueno en lo personal -sobre todo- y en lo profesional. Al llegar del viaje me encontré con una novedad, de una autora que quiero y admiro mucho. Felicidades para todos.
31 de diciembre de 2015
30 de diciembre de 2015
28 de diciembre de 2015
20 de diciembre de 2015
19 de diciembre de 2015
18 de diciembre de 2015
16 de diciembre de 2015
Sobre La terrible presión de la nada
Se puede visitar como el lector quiera, de principio a fin, o seleccionando cuentos al azar, dándole el orden que se desee. La individualidad de cada historia, nos habilita a ello.
Algunas de las situaciones que narra, le resultarán al lector muy cercanas y hasta propias. Son imágenes de una vida común que nos invade en cualquier instante.
En Vida y muerte de un florero, cuento que abre el libro, nos revela un drama familiar con un giro inesperado.
En Segundo piso ascensor, se refleja un flagelo diario, la inseguridad.
El velorio, nos retrotrae a los grupos escolares de Cruz Roja y su desenlace nos enfrenta a lo más trágico, la muerte de un niño.
Viejas compañeras de liceo se reencuentran en Entre Amigas. El paso de los años no borró ciertas facetas adolescentes y viejos rencores se vuelven a hacer presentes.
En La guitarra, sentimos como propia la pérdida de un objeto con alto valor emotivo.
Días agitados por el resto de sus días, nos enfrenta a una situación dramática, de una enfermedad que puede aparecer en cualquier momento y que desencadena más limitaciones de las que se pueden ver a simple vista: el mal de Parkinson.
Éstos, y otros cuentos, son los que Clara va desparramando sobre el libro y van atrapando al lector.
Pasar de uno a otro totalmente distinto, tiene ese desafío de saber en qué terminará, cuál será su desenlace.
Una buena lectura para reparar en las simples cosas, llenas de contenido, en donde la nada hace sentir una terrible presión.
La terrible presión de la nada. Cuentos de Jaime Clara. Editorial Seix Barral, Biblioteca Breve, 2015, 181 páginas.
12 de diciembre de 2015
8 de diciembre de 2015
Catorce años, quince temporadas
El 8 de diciembre del año 2001, salió al aire el primer programa de "Sábado Sarandí". Al comienzo, procuró ser la continuidad del "Suplemento Cultural de En vivo y en directo" que creó el recordado Enrique Mrak, que había ganado ese espacio con perfil propio. Pese a las dudas surgidas al comienzo, ya que no dejaba de ser una quijotada en solitario, quiero destacar el apoyo de aquel momento Ligia Almitrán, que ejercía la Gerencia de programación de Sarandi y a Carlos Dotta, el operador que me acompañó durante los primeros años.
Detuve la cuenta, hace ya varios años, en los cinco mil y pico, pero quiero mencionar a los dos primeros entrevistados fueron el muy querido director y actor Júver Salcedo y la crítica de teatro Gloria Levy. Fue en la misma semana de entrega de los premios Florencio, quizás por eso fue la impronta teatral de aquella primera edición. Ya son quince temporadas en las que el programa, esa maratón de siete horas de radio en vivo, se ha consolidado como una propuesta cultural en un país donde el movimiento artístico es intenso, pero donde los medios para la difusión de esas propuestas, no abundan. Quiero mencionar a quienes hoy acompañan la ruta, Susana Mangana, Rodofo Fatoruso, Alina Dieste, Gabriela Cassulo, Esteban Farat, Sergio Glattli y Alejandro Campodónico.
No es intención de estas líneas filosofar sobre el programa, solo levantar una copa a la distancia, para celebrar la permanencia, para celebrar la fidelidad de los oyentes, con sus críticas y su aliento constante. Pero también a los artistas, de todas las disciplinas, tradicionales, clásicas y de las otras, porque con su creatividad, nos estimulan permanentemente a sentirnos más libres, porque para esto también sirve la cultura. Se necesita un movimiento cultural innovador, independiente, auténtico, honesto, cuestionador, para que los espectadores podamos desarrollar una activa sensibilidad.
Por sobre todas las cosas, "Sábado Sarandi" es un programa que transita -o al menos lo pretende- por la vereda del libre pensamiento, sin etiquetas, sin pertenencias ni estéticas, ni artísticas, ni políticas, aunque si hilamos fino, ser librepensador, hoy en día, es una postura estética, artística y política. Como las caretas son para el carnaval, el programa procura ser lo más leal y ecuánime posible. Pero como siempre sucede, deciden los oyentes. Y por eso estoy agradecido y honrado.
Mi reconocimiento a la Dirección de la radio, a los compañeros de Sarandi y a generosos colegas de otros medios. A las empresas -Turisport, junto a Ana Buceta, está desde el primer día- que apoyan este proyecto cultural que es "Sábado Sarandí", que claro, me gustaría que fueran más. Al Vasco Urriza y a su agencia Uva por las campañas por la puntualidad y los celulares, transformadas, ya, en un clásico. Y por supuesto, al aguante de mi núcleo duro personal, que es la familia, que ha sido y es mi espejo permanente. Gracias a todos.