3 de febrero de 2014

El triángulo de las bermudas

El triángulo de las bermudas

HACE YA VARIOS VERANOS QUE EN LA RADIO SE REPITE UNA POLÉMICA: ¿CÓMO IR VESTIDO AL TEATRO? CON ESTOS CALORES, ¿SE PUEDE IR DE BERMUDAS? ¿CUÁNTA FORMALIDAD MERECE HOY UNA SALA TEATRAL?


Por Jaime Clara Defiendo la libertad absoluta de ir vestido como se quiera al teatro. Siempre prefiero a que la gente vaya al teatro a que no vaya porque se tiene que vestir de tal o cual manera. 
La semana pasada asistí a un estreno teatral. Compartí la platea con un reconocido actor, ganador del Florencio que había ido de bermudas, y no recuerdo si de chancletas. Hacía mucho calor y era comprensible su atuendo. En la platea había varios caballeros que estaban vestidos de la misma manera. Nadie los observó ni les llamó la atención por portar tales atuendos.
Hace algunas semanas, en otro teatro, en una función regular, un sábado a la noche, había varios matrimonios de turistas brasileños. Todos los caballeros estaban vestidos de acuerdo a su condición de turistas, que habían salido a pasear por la ciudad, con remeras, este calzado tan de moda en todo el mundo croc’s y bermudas. Tampoco, nadie se inmutó. Aunque para muchos, ese atuendo es para la playa y punto. Claro, ninguna de esas mujeres entró a la sala de pareo y la parte de arriba del  bikini, aunque técnicamente está vestida, pero no para esa ocasión, sino para estar en la rambla, en la arena, en un crucero o caminando por cualquier callecita perdida de cualquier balneario.
En el verano pasado asistí a uno de los recitales de música que más disfruté del año: Leo Maslíah en el Under Movie. El multifacético artista estaba de bermudas y alpargatas y, por supuesto, ese atuendo no menoscabó la calidad del espectáculo. Y varios espectadores vestían igual que Leo, esa noche.
¿Hay un modo de vestir para asistir a sala? Justo es reconocer que si uno mira a las generaciones anteriores, nuestros padres y abuelos se acondicionaban especialmente para una salida el fin de semana. Usaban saco, corbata, hasta traje con chaleco los caballeros y las damas, no digo de fiesta, pero andaba cerca. Es decir, que salir al teatro y luego a cenar, era todo un acontecimiento que requería vestirse para la ocasión.  Antes, una salida requería formalidad.
Hoy en día las cosas se encaran de otra manera. Se supone que ir al cine o al teatro es una costumbre relajada  y divertida. Quizás el problema sea ir de chancletas y bermudas al Teatro Solís o al Auditorio del Sodre a un concierto del Centro Cultural de Música. O no, y sean puros prejuicios.  El director del Teatro Solís, Cacho Bagnasco, consultado al respecto dijo que “nos comportamos como en la Opera de París, salvo las Galas, que la gente venga como quiera.” Aclaró que no existe ninguna normativa ni para los espectáculos ni para las visitas guiadas.
Antes de encarar la salida hay que pensar en el lugar y razonar si una vestimenta muy informal no nos haría desentonar.  Hay que averiguar si en el teatro al que vamos no hay alguna limitación en cuanto a vestuario y si la sala se reserva el derecho de admisión en ese sentido.
Muchas veces, la audiencia determina el espectáculo y viceversa. Si vamos al Solís no es lo mismo que ir a la Sala dos del Stella o a la Sala cero de El Galpón. Ver el ballet Hamlet Ruso en el Auditorio Nacional no es lo mismo que ver a la Catalina en el mismo escenario. ¿O si? Y si vemos al Ballet Nacional del Sodre dirigido por Julio Bocca en el Teatro de Verano, ¿cómo nos vestimos?  ¿Los atuendos formales o informales dependen mucho del espectáculo que se va a ver?
Seguramente hay más preguntas que respuestas. Lo cierto es que, también, hay menos controles, o hay mayor flexibilidad a la hora de aceptar la forma de vestir de los espectadores.
La periodista experta en temas de modas, directora de la prestigiosa revista Bazaar, Ana Torrejón respondió nuestra consulta. “La elegancia es una cuestión también de sentido común y de adecuación al contexto. Exceptuando galas en el Colón o el Solís en las que se infiere el uso de traje en el caballero y el vestido en la dama, el protocolo para asistir a espectáculos ha ido corriendo los límites. Hoy en día, visto y considerando la ola de calor, está perfectamente permitido que un hombre concurra a ver una obra de teatro con bermudas, con sandalias o con camisa y sin chaqueta. La diferencia radica en el tipo de telas empleadas. Ejemplo: resulta elegantísima una bermuda de gabardina con una camisa de lino y sandalias, todo lo contrario sería una bermuda de jean deflecada, una remera y ojotas. Si un hombre quiere usar chaqueta tiene que elegir las frescas y flexibles, tipológicamente se llaman americanas y la diferencia radica en que están forradas parcialmente. También tiene la alternativa de la guayabera que es una prenda con mucha identidad, de tierras calientes. En realidad, lo que no hay que perder de vista es el significado del ritual: ir al teatro, ir a un concierto, y rendir respeto a los artistas preparándose para ello.”
Personalmente jamás iría de bermudas al teatro (sí al cine), pero no por la gente, sino que es por mí, porque  creo que me sentiría incómodo. Pero insisto, que ante todo antepongo la libertad del espectador para que asista a un espectáculo como quiera. En definitiva, por más repetido que esté, el dicho tiene algo de razón: el hábito no hace al monje.

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