Jaime Clara
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La mejor forma de evitar caer en lugares comunes, es alejarse de ellos y, ni siquiera, mencionarlos. Pero se hace difícil. Al ver los dibujos de Levedad, indefectiblemente uno se acuerda de aquella frase de Picasso que decía que “pintar como los pintores del renacimiento, me llevó unos años, pintar como los niños me llevó toda la vida.”
Levedad es el seudónimo que tiene Rodrigo Camy Betarte, a la hora de firmar sus dibujos. (*) Treinteañero, maragato, egresó de la Escuela Nacional de Bellas Artes de Montevideo se desempeña en el mundo del diseño gráfico. Ya tiene dos libros de dibujos, publicados por Criatura editora. Ambos, de títulos difíciles de pronunciar: Grántico, Pálmani, Zum (2011) y Glúfico (2013). En este libro reciente, como en el anterior, hay de todo en materia de técnicas: digitales, collage, lápiz, crayolas o fotografía. No importa cómo, sino lo importante es lo que se comunica. El trazo de los dibujos de levedad, es infantil, casi naif y los temas surgen de la más pura sencillez e inocencia. Estas características le permiten a Levedad, a Camy, obtener una potente arma de seducción y de comunicación. Recorrer las páginas de sus libros, es saltar de sonrisa en sonrisa. Sus interpretaciones gráficas sobre frases de la vida cotidiana como “teléfono descompuesto”, “riñón con cálculos”, “qué mal me siento” o “el triángulo de las bermudas” , por nombrar algunas, son desopilantes. Si bien cuesta nombrar a Rodrigo como Levedad, al ver sus dibujos uno se da cuenta que le viene como anillo al dedo, porque es esa levedad del ser de sus dibujos, la que se percibe, la que transmite calma desde la sonrisa cómplice. Al recorrer las páginas de Glúfico, uno se encuentra con dibujos llevados al mayor grado de sencillez expresiva posible, definiendo claramente, un estilo muy personal, una estética marcada, donde cada uno de ellos, se transforma casi que en brevísimas poesías. “La insoportable levedad del ser”, la emblemática novela del checo Milan Kundera es una obra, muchas veces catalogada como filosófica, a pesar de su autor. Estoy seguro, que Rodrigo Camy, a quien por razones evidentes esa novela lo marcó, reniega sobre la filosofía de sus dibujos, sin embargo, para muchos lectores sí son trascendentes y casi metafísicos. (*) www.levedad.com.uy |
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