11 de septiembre de 2013

Necesito un enemigo




Un artículo que da título a uno de los últimos libros del italiano Umberto Eco, me ha hecho reflexionar sobre cómo nos manejamos, muchas veces, en nuestra vida cotidiana.


Por Jaime Clara

El libro en cuestión es “Construir al enemigo”, editado por Lumen. En él se publican diversos artículos “de ocasión” –como los denomina Eco- preparados para diferentes circunstancias. El texto que abre la publicación, justamente lleva ese título, es una interesantísima reflexión sobre esa necesidad, a veces aparente, otras implícita, o inconsciente o más evidente, de generar algo o elegir a alguien, y transformarlo en nuestro enemigo, como forma de fortalecer nuestra propia identidad.

El ensayo transita por una singular galería, a través de la historia, del agravio al diferente, o al extranjero o al indeseable. “Ahora bien, desde el principio se construyen como enemigos no tanto a los que son diferentes y que nos amenazan directamente (como sería el caso de los bárbaros), sino a aquellos que alguien tiene interés en representar como amenazadores aunque no nos amenacen directamente, de modo que lo que ponga de relieve su diversidad no sea su carácter de amenaza, sino que sea su diversidad misma la que se convierta en señal de amenaza”, escribe Umberto Eco.

Ante la brillante enumeración Eco concluye que muchas veces es necesaria la construcción de un enemigo para reafirmarnos nosotros mismos.  “Por una parte, podemos reconocernos a nosotros mismos solo en presencia de Otro, y sobre este principio se rigen las reglas de convivencia y docilidad. Pero, más a menudo, encontramos a ese Otro insoportable porque de alguna manera no es nosotros.”

En el caso de los pueblos, describe el autor, muchas veces se generan conflictos y guerras como forma de robustecer el concepto de identidad. Pensemos en casos más o menos cercanos de nacionalismos extremos frente a un conflicto bélico. El caso de la guerra de las Malvinas (1982), sin ir más lejos, que terminó uniendo al pueblo argentino en medio de una atroz dictadura. O para venir a nuestra propia experiencia como país, en que se superaron todos los conflictos políticos partidarios en la búsqueda de la reinstitucionalización democrática. Lo importante para superar las diferencias era el contar con un enemigo común. O simplemente analicen lo que sucede en cualquier tribuna de cualquier estadio, en el deporte que quieran.

Frente al espejo
Pero para no reflexionar a lo grande, en nuestra vida cotidiana, ¿no estamos generando permanentemente enfrentamientos para justificar determinadas conductas? ¿No somos de tal o cual manera porque estoy desconforme con el trabajo, o no me gusta el ambiente laboral, o en ómnibus se viaja incómodo, o en el cine, el de al lado come pop? Es decir, siempre hay una coartada que condiciona a actuar de una determinada manera. Muchas veces no actuamos natural y sinceramente, porque nos dependemos de ese Otro (como lo llama Eco), que no es otra cosa que un “enemigo” que nosotros mismos creamos.
Los invito, no sólo a mirar los acontecimientos informativos de nuestro país o del mundo y verán que en cada discurso o declaración, hay un enfrentamiento.  O piensen en cada uno de Uds. y en sus circunstancias. ¿Es necesario SER, en función de algo que, muchas veces, nosotros mismos generamos?

UMBERTO ECO. Construir al enemigo. Editorial Lumen. Buenos Aires, marzo de 2013. 320 págs.

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