10 de diciembre de 2009

Presentación de "Los elegidos" de Hogue

El miércoles 9 de diciembre, en la Casa del Autor, en Montevideo se presentó el libro "Los elegidos" de Horacio Guerriero, con un dvd que tiene las animaciones políticas realizadas junto a Tato Ariosa. La presentación la compartí con el publicista Pipe Stein. Aqui está el texto que preparé para la ocasión.

La caricatura política, a través de la historia, habrá tenido mil y un avatares, pero no ha sido un arte menor. Hoy creo que, en general, se le da un justo lugar en el mundo del arte y en el mundo de la comunicación.

La caricaturas se valen de un complejo sistema donde se unen los dibujos, los recursos artísticos, plásticos, una buena carga de humor, ingenio, sátira y conocimiento de la realidad, cuando no cargado –a veces- de ideología. La base de toda caricatura política tiene que ser la buena capacidad de comunicar, es decir, que lo que se quiere decir sea interpretado fácilmente por el receptor, el lector en el caso de la prensa, o del televidente en el caso de la televisión.

Todos los que estamos aquí sabemos de memoria lo del “dibujo satírico en que se deforman las facciones y el aspecto de alguna persona”, pero no olvidemos que a esa definición de diccionario, debemos agregarle otro elemento que es clave en estas circunstancias, y tiene que ver la ironía sobre las instituciones, sobre el poder, sobre los partidos políticos, los dirigentes, hechos y circunstancias de la vida política.

Una vez le preguntaron al caricaturista venezolano Pedro León Zapata sobre por qué les gusta tanto la política a los humoristas, a lo que el dibujante contestó que “en el fondo a los humoristas no le interesa la política, porque son inteligentes –el parte de la base que el humorismo es una manifestación de inteligencia-. Otra cosa es lo que los humoristas obligados por la cotidianidad tenemos que hacer...”

Un investigador, Thomas Milton Kemnitz, considera que las caricaturas son una fuente para los historiadores que se ocupan del estudio de la opinión pública y de las costumbres o hábitos sociales en la medida en que ellas se ocupan de tales asuntos. Las de contenido político, dice, se han convertido en armas de ataque y de propaganda, generalmente por la vía de la ridiculización y de la ironía, contribuyendo a enfatizar las diferencias y a incrementar la temperatura en la lides políticas.

Coincidiendo con esa idea, les digo: no lo duden, en este acto, estamos presentando un libro de historia. Sabido es, pero no está de más recordar, que las caricaturas políticas tienen muchísimo interés para un historiador. El tema no es nuevo, ha sido estudiado por sociólogos, historiadores y semiólogos y desde hace ya muchos años milito en el bando de quienes defienden a la caricatura como género periodístico. La historia de un país perfectamente se puede conocer a través de la prensa y también -¿por qué no?- las ilustraciones de la prensa.

Los caricaturizados, muchas veces, se enojan con las interpretaciones de los dibujantes. Ahora que está tan de moda prohibir el uso de las imágenes de los candidatos en las campañas. A esas susceptibilidades respondo con la pregunta del escritor mejicano Carlos Monsiváis. “¿Quién es el propietario de un rostro? En el caso de quienes cumplen un desempeño público (en la política, las artes, la vida intelectual y la literatura) los propietarios son, a fin de cuentas, sus espectadores, los ciudadanos, los oyentes, los electores, lo que se sienten y/o resienten sus actos y sus obras. El público (los lectores) expropian las facciones de la gente pública o -mejor- las van produciendo a través de las impresiones personales, los libros, los discos, las fotos, las películas basadas en sus textos, las biografías, las leyendas, las exposiciones, la información confiable, los rumores, las calumnias, los videos, los testimonios.”

No podemos reducir a la caricatura, a que es solo “exagerar los rasgos de los caricaturizados”, sino que también toma el discurso de los dirigentes o de los candidatos –o de “Los elegidos” para hacer honor al título del libro que estamos presentando- pero también se ocupa de cuestiones electorales, a las relaciones entre los poderes públicos, a la vinculación con la realidad, política, social, económica, deportiva o cultural. En definitiva, la caricatura política se ocupa, como leí una vez, de la relación pueblo-gobierno, al combate ideológico, o a eventos de semejante relevancia pública.

No hay aspecto que no pueda ser puesto bajo la lupa del dibujante de prensa. Porque uno de los grandes méritos que debe tener el caricaturista es ser el ojo que todo lo ve. Y dibujarlo, hacerlo explícito. La caricatura debe desacralizar a los dirigentes políticos que muchas veces –más en un país como Uruguay- parece que están –y así se sienten- en un Olimpo. El humorismo es el principal recurso con que cuenta el caricaturista para observar esa tensa realidad. La sátira y la crítica, la ironía y el sarcasmo son indispensables para decir las cosas que el dibujante siente decir.

Permítanme recurrir a una frase hecha que, por repetida, puede parecer vacía, pero no lo es: “las cosas más serias se pueden decir con humor”. El humor puede ser una poderosa herramienta para poder leer determinados acontecimientos de la realidad. Según el investigador Carlos Abreu, la caricatura no es una noticia, no es información, no es un retrato, es una interpretación, una lectura, una mirada particular sobre un acontecimiento. “En esencia, se trata de una forma de hacer reír, de aguijonear la pomposidad y criticar”.

Y así llegamos a Horacio Guerriero. (Flores, 1953). En el 78' comienza a trabajar como caricaturista e ilustrador en el diario EL DÍA con el seudónimo HOGUE. Ese mismo año ingresa como creativo gráfico en GREY Publicidad y en el 81' expone caricaturas en la Alianza Uruguay-Estados Unidos. En esos años publica dibujos en O ESTADO DE SAO PAULO (Brasil) y ACCION (Buenos Aires). En 1983 concurrió al Taller de Clever Lara, desarrollando desde entonces una obra plástica, más allá de la ilustración en prensa, premiada en varios Salones Nacionales. En los años 91' y 94', es invitado al Festival de la Caricatura en Perpignan (St. Esteve, Francia). En éste último, es votado por los demás caricaturistas como el mejor de la Muestra. Fue Director y Director Creativo de la Agencia de Publicidad "CUATRO OJOS". Durante diez años publicó ilustraciones y caricaturas en el diario EL OBSERVADOR. En el 2000 edita el libro de caricaturas "Los Elegidos I". En agosto de 2003 es distinguido con el Gran Premio Nacional en el 1er. Salón Internacional de Humor Gráfico Oscar Abin "Gaucher" organizado por la Fundación Lolita Rubial y el Museo del Humor y la Historieta Julio E. Suárez "Peloduro".

Desde hace un par de años tomó la drástica decisión de dedicarse exclusivamente al dibujo y quemó las naves con la publicidad. Y entonces la ilustración lo tiene a tiempo completo, para trabajar a favor de la caricatura y avanzar todo lo que pueda en esta forma de comunicar. Y se ha vuelto un buscador de nuevas técnicas, introduciendo la tecnología a los dibujos, por ejemplo. También se transformó en protagonista de un hecho histórico en la rica historia de la caricatura en Uruguay. Nadie duda que el dibujo político está indisolublemente ligado a la prensa, al papel, a los diarios y revistas. Aquí y en el mundo. Pero Horacio instaló, en el siglo XXI, la caricatura política en la televisión, de la televisión abierta, en programas periodísticos. Las caricaturas en la tele no son nuevas, pero en Uruguay, como lo que hace Hogue en canal 12 sí. Es novedoso. Y por si fuera poco, Horacio fue a más. Y se asoció con Tato Ariosa, de extensa trayectoria en el área audiovisual y de animación –tanto en docencia como en producción- y las caricaturas tomaron movimiento. Y un dibujo, más otro y más otro, se transformó en una idea y en una pequeña historia de casi un minuto. Y todo lo que hablamos de la incidencia de la caricatura en el ámbito de la comunicación política, está en un medio masivo de gran penetración como es la televisión abierta. Y eso, para la caricatura política, para el género, para los caricaturistas es trascendente. Ese paso, que en el libro se encargan de decir “Hogue + Tato = se mueve”, es realmente importante en la historia del dibujo político uruguayo. E pour si muove.

Y en este libro que presentamos hoy, está todo junto: el dibujo en papel y el dvd con las animaciones. Un libro único, por ahora, el primero de estas características.

Así que por muchas razones este trabajo es valiosísimo. Hogue y otros caricaturistas uruguayos nos demuestran que podemos perfectamente concebir a la caricatura como arte, pese a que muchos no estén de acuerdo con esta visión.

Estas caricaturas, las de las paginas del libro y las del cd, no solo aportan una la información sobre determinados acontecimientos políticos de la historia nueva, sino que nos permite, también, revivir esos hechos desde la mirada irónica y satírica del dibujante.

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