22 de diciembre de 2008
18 de diciembre de 2008
Clarel Neme
Pintar a pesar de todo
Un libro de Miguel Ángel Campodónico
Un libro de Miguel Ángel Campodónico
Charla en la presentación del libro
"Clarel Neme. Pintar a pesar de todo".
Museo de Artes Visuales. Montevideo, 17 de diciembre de 2008.
Museo de Artes Visuales. Montevideo, 17 de diciembre de 2008.
No hay caso. Si Ud. quiere leer una buen ensayo biográfico elija cualquiera de los que publicó Miguel Angel Campodónico. Este escritor montevideano que en los últimos tiempos se ha dedicado a publicar este tipo de trabajos sobre nombres famosos de la política, los medios de comunicación y ahora del arte, nos ha demostrado que puede recorrer con éxito este camino, al igual que en el que ya lo conocimos, con similar fama, como narrador.
Aunque seguramente la mayoría de los que estamos aquí reunidos ya conocemos su obra, déjenme recordar que Campodónico es narrador y periodista. Trabajó en el semanario “Aquí”, en otras publicaciones y actualmente en la revista Maldoror. Entre sus libros mencionemos “Blanco, inevitable rincón”, “Donde llegue el río pardo”, “Descubrimiento del cielo”, “Hombre sin palabras” (publicada en Francia), “La rebelión de los sordos” y “Palabra de Robles”, entre otros.
En 1986 recibió el Premio Fraternidad de la B'Nai B'rith por su obra narrativa. En 1990 el Primer Premio Municipal de narrativa. También publicó “Uruguayos por su nombre: sepa quién es quién” y “Diccionario de la cultura uruguaya”.
Hoy celebramos a varias bandas la publicación de este libro. Por un lado que Miguel haya incursionado en el ensayo biográfico de una figura de las artes plásticas como fue Clarel Neme.
Celebramos también el justo recuerdo a un artista que no formó parte de ninguna camarilla artística, tan frecuentes en el panorama cultural uruguayo. Neme fue único. Durante el libro se lee sobre varias voces que lo definieron como “personal”, “auténtico”, “impar”, entre otras denominaciones.
Celebremos que muchos conocerán a Neme y a su obra, gracias a esta patriada que los editores encaran. Editores muy sui generis porque son amigos que quisieron recordarlo y han publicado esta maravilla de trabajo. Aliento a que este libro se difunda, se distribuya, esté a disposición de un público sediento de trabajos de esta calidad sobre arte uruguayo. Yo por lo pronto entrevistaré a Miguel este sábado en mi programa de radio, así que me gustaría saber desde cuándo el libro estará a la venta.
Esta noche es una noche de celebraciones. Como tantas de las que participó Clarel Neme en su vida. Porque, según da cuenta Campodónico en el libro, era un hombre que gustaba de disfrutar de las cosas buenas de la vida. Se perdía la carne, claro, por su empecinado vegetarianismo, pero igualmente disfrutaba de la amistad, del afecto, de las reuniones, de las comidas, de las clases, de las tertulias con amigos y discípulos, de sus amores y desamores, de sus mujeres, las permanentes y las ocasionales. Porque la biografía no ahorra detalles tampoco en detalles .... “poco plásticos”, aunque “muy artísticos”, porque sin duda que seducir, es todo un arte.
Hay dos niveles para disfrutar del libro que hoy presentamos. Un nivel visual, el que nos permite transitar los dibujos de Clarel Neme y el del relato, el de la vida de Neme, contada por Campodónico. Ambos igualmente disfrutables.
Mi primer contacto con la obra de Neme fue apenas llegué a Montevideo desde San José, en 1978. Vi su obra en algún programa de televisión o en algún diario. Recuerdo que siempre me llamó la atención su nombre (Clarel..... ¿hombre o mujer?) y luego la obra. Yo ya sentía mucha curiosidad por la caricatura. Pero hasta el momento había visto solamente caricaturas periodísticas. Recién a los catorce o quince años, al ver los cuadros de Neme, descubrí el mundo del humor en la pintura, de la sátira y por qué no de la caricatura, más allá del dibujo de prensa. Recuerdo hasta hoy el deslumbramiento que fue descubrir aquellas pinturas. Después, en aquella época, conocí el trabajo desenfadado de otro artista, igual que Neme, injustamente no reconocido, Hugo Longa. Ya que menciono a Longa, hay un hecho ocurrido en 1970 que tuvo como protagonista a Clarel Neme y a su esposa Alicia Karlen Gugelmeier, que lo visitaron en su taller. Luego de toda una tarde de charla y mirando la obra, Alicia compró la producción de todo un año de Longa: 12 cuadros, 28 telas, 30 acuarelas y 10 objetos. Al día siguiente, Longa renunció al banco en el que trabajaba en lo que fue el comienzo de una carrera artística única.
Aquellas obras de Neme que descubrí hace tantos años, las que se pueden disfrutar en las formidables reproducciones de este libro, provocan la reflexión, la mueca y la sonrisa. Están cargadas de ironía, humor, sátira.
En un ensayo sobre lo cómico y la caricatura, Charles Baudelaire escribió que «la risa es satánica, luego es profundamente humana. En el hombre se encuentra el resultado de la idea de su propia superioridad; y, en efecto, así como la risa es esencialmente humana, es esencialmente contradictoria, es decir, a la vez es signo de una grandeza infinita y de una miseria infinita. Lo cómico, la potencia de la risa está en el que ríe y no en el objeto de la risa».
“Lo cómico, la potencia de la risa está en el que ríe y no en el objeto de la risa...” dijo Baudelaire... pensemos en cualquiera de los dibujos más risibles de Clarel Neme y nos daremos cuenta que esa reflexión adquiere una dimensión increíble.
“El arte siempre debe hacer reír un poco y atemorizar un tanto. Todo lo que sea, pero sin aburrir. El arte no tiene el derecho de aburrir” dijo el artista francés Jean Dubuffet.
Neme fue un cultor del humor negro a través de mucha de su obra. El humor negro es un humor rebelde y despiadado. Existe desde hace larga data y forma parte de la más pura tradición humana, pese a que disguste a muchos, sobre todo a las víctimas.
Tuve un maestro que disfrutaba mucho mientras dibujaba. Se divertía y muchos de sus dibujos también transitaban por el andarivel negro del humor. Si Uds. me permiten quiero tener un recuerdo especial para él porque forma parte de esa estirpe de artistas plásticos de los que quedan pocos, como Neme. Me estoy refiriendo al querido Guillermo Fernández, a cuya ausencia no me acostumbro. Y me consta, porque así me lo han dicho los alumnos, de Neme se puede decir lo mismo que de Guillermo, como escribió Rosario Peyrou, que “en su taller fue un maestro deslumbrante que ejercía una especie de fascinación en sus alumnos, por el modo con que ayudaba a adueñarse de los lenguajes visuales y a encontrar el propio camino. (...) En sus clases mostraba "en vivo" la diferencia entre una pintura de imitación y una pintura de síntesis visual, de invención genuina; creía en una "gramática" visual, independiente de los estilos, de la figuración o la abstracción.”
No tuve la suerte de conocer a Clarel Neme, pero seguramente él disfrutaba muchísimo de dibujar y de pintar las situaciones que creaba. Lo imagino dibujando parado, como cuenta Miguel, ideando situaciones como la de “Matando angelitos”, por ejemplo. Siguiendo con el razonamiento de la risa, cito a Nietzsche "La risa es un ser malicioso, pero de conciencia tranquila".
La sátira y la caricatura son formas del humor. Son expresiones burlescas de un pensamiento lleno de gracia.
Hay tres discusiones que no me interesa mantener. Hay tres discusiones que ya fueron. No gasto ni un segundo en tenerlas: una es la nacionalidad de Gardel, otra es el decanato de Nacional y otra es sobre Neme, sus gordas y Botero. De todos modos, sobre este punto, el libro de Miguel Ángel es muy preciso en los juicios de los críticos y los artistas.
Solamente voy a elegir el de mi coterráneo Nelson Romero que fue terminante al definir la condición de “maestro” de Clarel por su calidad plástica, su manejo impresionante, su soltura extraordinaria. Romero se indignaba que Neme no sea reconocido como debía serlo. “Si lo comparo con lo que hace Botero, siento que Neme es infinitamente superior por le manejo plástico que desarrolla. Botero hacer agradable que puede ser lindo para colgar en la pared pero es evidente que tiene un marketing que lo ha inflado. Botero tiene receta, siempre pinta de la misma forma, mientras que Neme muestra un dominio absoluto del lenguaje plástico con una gran soltura y espontaneidad. El es un referente ineludible de l a plástica nacional, es más, integra el patrimonio universal de la pintura, por eso es hora de que tenga el reconocimiento que se merece.” Pero no insistiré con esto teniendo aquí a Alicia Haber.
Hay una reflexión que quisiera también destacar de las que se manejan en el texto de Campodónico. Es la de Ma. Luisa Torrens porque interpreta, a mi gusto, acertadamente esta temática en particular de la pintura de Neme. Escribió en “El País” que “las gordas de Clarel Neme develan un nuevo rostro del Uruguay, un rostro que había permanecido oculto u olvidado a los ojos de los plásticos, que formaba parte de esa anestesia general que aquietó al país por varias décadas. Un consenso general ha establecido que la sociedad uruguaya es una sociedad de obesos.”
Neme es una de las figuras más intensas de la plástica de su generación, que por decisión propia ocupó el lugar que ocupó, pero con un ambiente que se entretenía con fuegos de artificio o atendiendo ciertos círculos pseudo-artísticos. Su inventiva, su creatividad, su humor, sus obras, trasciende el tiempo. Su estilo es directo, claro, conciso e inteligente. Pintura del desenfado, atrevido, irreverente, anárquico e imprevisible. Descubre formas ocultas y despierta sonrisas y reflexiona aburridas convenciones de la imagen, que no admiten una lectura lineal. Neme está lleno de entrelíneas. Miremos el cura con una mosca en la nariz. La vida de Neme también está llena de entrelíneas que Miguel Ángel Campodónico procura desvelar. La pintura de Neme hace visible lo implícito. Hace explícito lo que está en un segundo plano. A veces sentimos que en algunas manifestaciones artísticas –la pintura particularmente- existe una desmedida pasión por lo real. Y el camino transitado por Clarel fue diferente.
Neme es uno de los artistas más originales que hubo en el país. No se parece a ninguno, no copió a nadie. Y por si fuera poco, hizo escuela. Hay artistas plásticos que no dudaron en llamar a los gordos para que se acercaran a sus obras. Solo menciono algunos: Pilar González, Alvaro Amengual, Daniel Pérez Acosta. Hoy esta reunión está de alguna manera presidida por la fastuosa presencia de Carlota Ferreira.
¿Clarel Neme tuvo/tiene el reconocimiento que se merece? No. Quizás en el mundo, la cotización de sus cuadros sea un indicador de cómo se observa su obra en el exterior, pero ¿qué pasa con el vínculo de Neme con el público uruguayo? Hay indiferencia. Ni siquiera hay ninguneo. Hay ignorancia. Hace algunos años, en ocasión de publicar una novela, Miguel Angel Campodónico dijo que lo que hacía en ese trabajo “era como pegar gritos de alerta.” Si bien lo dijo en términos generales, perfectamente puedo decir que Campodónico nos está diciendo a todos, no se olviden de este artista. Es más, lo dice explícitamente cuando indica que “los uruguayos nos hemos distinguido por nuestra capacidad de olvido, al tiempo que nos hemos ingeniado para dejar a un costado a quienes produjeron obras que por su valor continúan reclamando nuestra atención, es reconforta emprender trabajos de esta naturaleza en tanto se siente que pueden contribuir a que nuestra memoria se refresque. Sobre todo porque el interés que despertó la pintura de Clarel Neme en décadas pasadas terminó esfumándose con la rapidez de un fogonazo.”
Las pinturas de Clarel Neme no son un adorno y aquí este libro no nos deja mentir. Es la prueba de la vigencia de Neme a casi cinco años de su muerte.
Jaime Clara
La foto de Miguel A. Campodónico es del diario "La República", la de Clarel Neme del portal arteuy.com.uy, al igual que las reproducciones de las pinturas del artista. De la presentación participó el autor del libro y la crítica Alicia Haber.
26 de noviembre de 2008
Arotxa & Figueredo
90 por dos*
Jaime Clara
LA CARICATURA es un género periodístico más, como la crónica, los reportajes o los editoriales. Es un género de opinión que transita a través del humor, la sátira y la síntesis ante las situaciones que se manejan desde los artículos de prensa. Otras veces el caricaturista hace que su dibujo se sostenga solo, que sea una imagen gráfica, independiente de cualquier texto. Según Ramón Columba, destacado caricaturista argentino de mitad del siglo pasado, "la caricatura no se ajusta a reglas ni preceptos".
El diario El País eligió a la caricatura como una de las formas para celebrar sus noventa años. Y lo hizo a través de un libro que en su tapa dura solo incluye el número 90, donde el cero es la tierra colgando de un hilo, y dos firmas responsables que no son ajenas a los lectores del diario: Arotxa y Figueredo.
El diario El País eligió a la caricatura como una de las formas para celebrar sus noventa años. Y lo hizo a través de un libro que en su tapa dura solo incluye el número 90, donde el cero es la tierra colgando de un hilo, y dos firmas responsables que no son ajenas a los lectores del diario: Arotxa y Figueredo.
A CUATRO MANOS. Rodolfo Arotxarena (1958) trabaja como caricaturista en El País desde 1975 y Marcello Figueredo (1966), desde hace casi una década, es editor de la revista Paula y columnista del diario. Ambos se juntaron para crear un libro que integra lo que cada uno hace cotidianamente: dibujar y escribir.
"Fue un proceso largo" explican los autores "a la vez que una discusión creativa muy interesante. Por momentos nos tentó la idea de hacer un libro sólo con personajes locales, pero terminamos convencidos de que era mejor repartir la dosis entre uruguayos y extranjeros. Aun así, elegir noventa no fue nada sencillo: parece un número alto, pero termina siendo un margen estrecho. De todas formas, seleccionar los personajes fue una tarea menos dificultosa que ordenarlos, porque una vez que empezamos a enfrentarlos unos con otros la secuencia cobraba un nuevo sentido cada vez que movíamos una pieza. Además, tratándose de un libro de clara impronta gráfica y visual, era muy importante que las caricaturas se llevaran bien una con otra desde el punto de vista artístico, técnico, estético y no sólo conceptual".
Arotxa dice que al utilizar un libro "el soporte es diferente cualitativamente, otro diseño y otros materiales. Una edición cuidada con excelente impresión donde la reproducción de la obra luce de otra manera si se la compara con la cotidiana del diario. La polución visual que muchas veces contienen los diarios, permite visualizar el trabajo de otra manera".
MAÑAS Y TIEMPOS. En las 180 páginas conviven las ilustraciones de Arotxa ya publicadas en su momento en El País, junto a brevísimos textos de Figueredo. Ambos se ocuparon de lo suyo "respetando las mañas y los tiempos de cada uno", confiesan.
En un libro como 90 se puede pensar que textos y dibujos compiten. Puede leerse como un libro de frases con caricaturas o mirarse como un libro de caricaturas con frases. Figueredo admitió: "me obsesionó la idea de no redundar ni excederme, porque al lado de las poderosas imágenes de Arotxa esos hubieran sido dos pecados imperdonables. Y definitivamente, en este libro no hay competencia entre palabras y dibujos, sino una amable y riquísima colaboración entre ambos. Creo que se llevan muy bien".
Las frases son inteligentes, ingeniosas, y contundentes. Alguna parece casi un poema de un solo verso. Por ejemplo, la caricatura de Pedro Figari está acompañada de esta frase: "Si la mano que lo pinta es capaz de pensar, el pasado de un país se vuelve poesía".
Arotxa comenta que convocó a Figueredo "porque necesitaba el complemento ideal para que el lector se regodease al recorrer las imágenes". Opina que "los textos son de una sagacidad y un afinamiento nada comunes en un medio periodístico que conozco hace muchos años. Manejarse con absoluta libertad y no verse tentado por la mera descripción de lo obvio era lo que necesitaban los dibujos".
Marcello Figueredo responde sobre si los textos surgieron a partir de los personajes o de los dibujos. "Las dos cosas, pero cuando me apuraba a escribir pensando sólo en el personaje como tal, y luego me enfrentaba serenamente a los dibujos de Arotxa, me daba cuenta que a partir de ellos podía darle una vuelta de tuerca al texto. En el caso de las caricaturas que quedan enfrentadas, que son muchas a lo largo del libro, el matrimonio entre palabras e imágenes es aun más determinante. Y como cambiamos el orden de los personajes una y mil veces, escribí y reescribí otras tantas".
Porque la buena caricatura apela a elementos poco comunes. Según el ensayista mexicano Carlos Monsiváis, "un dibujo crítico no es humorístico en el sentido de la búsqueda profesional de la carcajada. Sí induce a la risa, a la sonrisa y a todas las otras decapitaciones de la falsa grandeza, pero no va tras el chiste sino tras la paradoja visual, algo muy distinto. Las caricaturas perseveran en el recuerdo porque, además de la finura estilística, siguen siendo dibujos fantásticos, encauzados por las anotaciones ácidas sobre el poder, que notifican del canje del Más Allá por el Más Acá".
En 90, cada dibujo tiene vida propia. Pero también tienen otra lectura gracias a los textos. Por ejemplo, en la caricatura de Wilson Ferreira Aldunate se dice "para dar en el blanco de la historia, hay que vivir y morir como un ganador. Aunque se haya perdido siempre". También juegan los espacios y el blanco del papel, como ocurre en el dibujo de Marcel Marceau, una formidable caricatura del mimo francés. A su derecha, en la otra página transita, como en un escenario, Luciano Pavarotti. A ambos, la frase que los une les da una nueva dimensión: "se puede cautivar a la misma platea a voz en cuello o sin una sola palabra".
Los personajes que aparecen en el libro desfilaron por El País, durante las últimas nueve décadas. La primera parte está integrada, entre otros, por personajes políticos (desde José Batlle y Ordóñez y Aparicio Saravia hasta los presidentes Julio Ma. Sanguinetti, Luis A. Lacalle, Jorge Batlle y Tabaré Vázquez), integrantes del espectáculo y la cultura (Julia Moller, China Zorrilla, Estela Medina o Eduardo Galeano) o deportistas (Dogomar Martínez, el "Mono" Gambetta, Obdulio Varela o Milton Wynants). En la segunda parte se integra el resto del mundo, entre los que se cuentan Fidel Castro, Osama Bin Laden, Marilyn Monroe, John Kennedy, Hitler, George W. Bush, Compay Segundo, Gabriel García Márquez, Federico García Lorca o Ernesto "Che" Guevara. El propio Arotxa reconoce que "son noventa personajes, donde las ausencias son mayores que las presencias, como es lógico. Nuestra decisión y responsabilidad fue evitar la recopilación caricaturas de situación que tuvieron impacto en el pasado y que hoy ya no lo tienen".
Además de las caricaturas, el libro reproduce varios dibujos de Arotxa que cuentan de la solitaria carpa del primer Consejo de Ministros de la administración Vázquez, realizado en la localidad de Zapicán o la interpretación gráfica de cuando se encontraron los primeros restos de detenidos desaparecidos, entre otros.
El humorista suizo Rodolphe Töpffer, considerado el padre de la historieta moderna, dijo que "hay dos maneras de escribir historias, una en capítulos, líneas, palabras, en lo que llamamos `literatura`, o como en una sucesión de ilustraciones, lo que llamamos la `historia pictórica`". A este grupo pertenece 90.
EL PAÍS. 90 AÑOS, de Rodolfo Arotxarena (Arotxa) y Marcello Figueredo. Prólogo de Guillermo Scheck. Edición El País, 2008. Montevideo, 180 págs.
*Artículo publicado en "El País Cultural" 14 de noviembre de 2008.
22 de octubre de 2008
David Levine // Muestra
Las mejores caricaturas de la política estadounidense
Una muestra en Nueva York recoge 50 dibujos satíricos de las figuras más importantes de las últimas décadas, desde Nixon hasta Obama y McCain,
realizadas por el prestigioso David Levine
(de EL PAIS DE MADRID)
El presidente George W. Bush, caracterizado como guerrero cargado con múltiples armas; el candidato McCain, sentado con una pierna a modo de pata de elefante, símbolo del Partido Republicano; el demócrata Obama, con la cara difuminada y una sonrisa de oreja a oreja, y la senadora Hillary Clinton como Sansón, demoliendo los pilares del sistema de salud estadounidense. Son algunas de las caricaturas que se exhiben desde este jueves en el Forum Gallery de Nueva York, todas ellas realizadas por el prestigioso dibujante satírico David Levine, considerado por muchos críticos como el más influyente de la última mitad del siglo XX. La muestra, que se puede visitar hasta el 8 de noviembre, se titula Presidentes americanos y cuadros escogidos: 1966-2008 y ofrece una selección de 50 dibujos de algunos de los políticos más importantes de Estados Unidos en las últimas décadas, escogidos entre los más de 2.000 que el caricaturista neoyorquino ha realizado durante cuatro décadas para la revista The New York Review of Books.
Entre ellos se incluye su ilustración más famosa y una de las más copiadas de la época, en la que el presidente Lyndon Johnson está enseñando una cicatriz con la forma geográfica de Vietnam. También aparecen Richard Nixon como Don Corleone, y la muy popular primera dama Eleanor Roosevelt, esposa del mandatario Franklin Roosevelt, con el aire de un cisne.
En todas estas obras se observa el estilo satírico característico de Levine, que agranda las cabezas y las narices de los protagonistas, haciendo sus cuerpos más pequeños de lo normal. La exposición recoge además pinturas que el autor realizó sobre diferentes paisajes de Nueva York, entre las que destacan unas acuarelas de la zona costera de Coney Island. David Levine es conocido internacionalmente por sus incisivas caricaturas de personajes importantes del mundo de la literatura, la política y el arte. Durante 45 años sus trabajos han sido reproducidos en publicaciones como Time, Newsweek, Esquire, Playboy, The New Yorker, New York Magazine o The Nation.
9 de octubre de 2008
3 de octubre de 2008
Sábat y Cristina Kirchner
El dibujo que dio que hablar
Por Jaime Clara
En medio de un enfrentamiento con productores agropecuarios, la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, realizó un acto en la Plaza de Mayo, el 3 de abril pasado. Ante miles de personas, en medio de cánticos a favor del gobierno y el ruido ensordecedor de bombos, la mandataria le dedicó un tiempo a hablar de una caricatura publicada en el diario Clarín. El dibujo, realizado por Hermenegildo Sábat el día anterior, mostraba a la Presidenta con una cruz en su boca, en alusión a las declaraciones que venía realizando Fernández de Kirchner. Pero la presidenta no entendió el dibujo y decidió catalogarlo de “mensaje cuasi mafioso”. Lo comparó con los momentos previos al golpe de Estado de 1976 que derrocó al gobierno de María Estela Martínez de Perón. "En estos días de marzo, amigos y amigas, hermanos y hermanas donde he visto nuevamente el rostro de un pasado, que pareciera querer volver. Tal vez muchos no lo recuerdan, pero un 24 de febrero de 1976 también hubo un lock out patronal, las mismas organizaciones que hoy se jactan de poder llevar adelante el desabastecimiento del pueblo llamaron también a un lock out patronal allá por febrero del 76. Un mes después, el golpe más terrible, la tragedia más terrible que hemos tenido los argentinos", afirmó Fernández. La Presidenta agregó que "esta vez no han venido acompañados de tanques, esta vez han sido acompañados por algunos generales multimediáticos que además de apoyar el lock out al pueblo, han hecho lock out a la información, cambiando, tergiversando, mostrando una sola cara. Son los mismos que hoy pude ver en un diario donde colocan mi caricatura, que no me molesta, a mí me divierten mucho las caricaturas y las propias son las que más me divierten, pero era una caricatura donde tenía una venda cruzada en la boca, en un mensaje cuasimafioso. ¿Qué me quieren decir, qué es lo que no puedo hablar, qué es lo que no puedo contarle al pueblo argentino?" concluyó entre aplausos y gritos de sus seguidores.
Tras la acusación, asociaciones de periodistas, colegas de Sábat, organizaciones internacionales, partidos políticos, medios de comunicación, entre tantos, se solidarizaron con el dibujante uruguayo, que trabaja en Clarín desde 1973. Sábat evitó la polémica. “Yo no me llevo bien con las palabras. Lo mío es el dibujo y yo me expreso de esa manera. No podría opinar de otra cosa, más allá de cosas referidas al dibujo y la pintura” dijo el artista plástico al diario Página 12. Sin embargo, su dibujo dio que hablar.
El director del diario Perfil, Jorge Fontevecchia escribió que el incidente de la Presidenta y Sábat, le hizo acordar “a las críticas de los fundamentalistas islámicos a las caricaturas de Mahoma hechas por Kart Westergaard y publicadas por el diario de Dinamarca Jyllands Posten en septiembre de 2005. Obviamente Sábat tiene derecho a dibujar a la Presidenta como le resulte adecuado. Y al igual que hicimos con aquellas de Mahoma, en solidaridad con su autor, reproducimos ahora la caricatura de Sábat que, como puede verse, nada tiene de mensaje cuasimafioso ni golpista. La fijación del Gobierno con el golpe militar lo hace ver fantasmas donde no existen.” A Fontevecchia le parece grave que un Jefe de Estado ante centenares de miles de partidarios realice esas acusaciones porque podría producirse en fanáticos una mala interpretación de su mensaje que los lleve a pasar de la agresión verbal a la física.
El periodista Jorge Lanata opinó que “es curioso que ahora sea el mismo gobierno que les permitió crecer –a los medios como Clarín- el que se enoje con las caricaturas de Sábat, como si enojarse con una caricatura fuera una actitud adulta.”
IMÁGENES Y METÁFORAS
Por Jaime Clara
En medio de un enfrentamiento con productores agropecuarios, la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, realizó un acto en la Plaza de Mayo, el 3 de abril pasado. Ante miles de personas, en medio de cánticos a favor del gobierno y el ruido ensordecedor de bombos, la mandataria le dedicó un tiempo a hablar de una caricatura publicada en el diario Clarín. El dibujo, realizado por Hermenegildo Sábat el día anterior, mostraba a la Presidenta con una cruz en su boca, en alusión a las declaraciones que venía realizando Fernández de Kirchner. Pero la presidenta no entendió el dibujo y decidió catalogarlo de “mensaje cuasi mafioso”. Lo comparó con los momentos previos al golpe de Estado de 1976 que derrocó al gobierno de María Estela Martínez de Perón. "En estos días de marzo, amigos y amigas, hermanos y hermanas donde he visto nuevamente el rostro de un pasado, que pareciera querer volver. Tal vez muchos no lo recuerdan, pero un 24 de febrero de 1976 también hubo un lock out patronal, las mismas organizaciones que hoy se jactan de poder llevar adelante el desabastecimiento del pueblo llamaron también a un lock out patronal allá por febrero del 76. Un mes después, el golpe más terrible, la tragedia más terrible que hemos tenido los argentinos", afirmó Fernández. La Presidenta agregó que "esta vez no han venido acompañados de tanques, esta vez han sido acompañados por algunos generales multimediáticos que además de apoyar el lock out al pueblo, han hecho lock out a la información, cambiando, tergiversando, mostrando una sola cara. Son los mismos que hoy pude ver en un diario donde colocan mi caricatura, que no me molesta, a mí me divierten mucho las caricaturas y las propias son las que más me divierten, pero era una caricatura donde tenía una venda cruzada en la boca, en un mensaje cuasimafioso. ¿Qué me quieren decir, qué es lo que no puedo hablar, qué es lo que no puedo contarle al pueblo argentino?" concluyó entre aplausos y gritos de sus seguidores.
Tras la acusación, asociaciones de periodistas, colegas de Sábat, organizaciones internacionales, partidos políticos, medios de comunicación, entre tantos, se solidarizaron con el dibujante uruguayo, que trabaja en Clarín desde 1973. Sábat evitó la polémica. “Yo no me llevo bien con las palabras. Lo mío es el dibujo y yo me expreso de esa manera. No podría opinar de otra cosa, más allá de cosas referidas al dibujo y la pintura” dijo el artista plástico al diario Página 12. Sin embargo, su dibujo dio que hablar.
El director del diario Perfil, Jorge Fontevecchia escribió que el incidente de la Presidenta y Sábat, le hizo acordar “a las críticas de los fundamentalistas islámicos a las caricaturas de Mahoma hechas por Kart Westergaard y publicadas por el diario de Dinamarca Jyllands Posten en septiembre de 2005. Obviamente Sábat tiene derecho a dibujar a la Presidenta como le resulte adecuado. Y al igual que hicimos con aquellas de Mahoma, en solidaridad con su autor, reproducimos ahora la caricatura de Sábat que, como puede verse, nada tiene de mensaje cuasimafioso ni golpista. La fijación del Gobierno con el golpe militar lo hace ver fantasmas donde no existen.” A Fontevecchia le parece grave que un Jefe de Estado ante centenares de miles de partidarios realice esas acusaciones porque podría producirse en fanáticos una mala interpretación de su mensaje que los lleve a pasar de la agresión verbal a la física.
El periodista Jorge Lanata opinó que “es curioso que ahora sea el mismo gobierno que les permitió crecer –a los medios como Clarín- el que se enoje con las caricaturas de Sábat, como si enojarse con una caricatura fuera una actitud adulta.”
IMÁGENES Y METÁFORAS
Al analizar el arte de la caricatura, el crítico de arte austriaco Ernest Gombrich escribió que “la caricatura, en su mejor momento, dio al artista los medios de convertir una ecuación intelectual en una fusión visual, concediendo así al dibujante político una de las más eficaces armas de su arsenal (...) En el caricaturismo, como en el lenguaje, hay metáforas que están tan difundidas que seas podría llamar metáforas universales o naturales”. Algunos de los dibujos que ilustraban a Mahoma manejaban metáforas directas. La asociación de la violencia, con el terrorismo, con las armas, con la cultura islámica era evidente y ese fue el motivo de quienes se irritaron con los caricaturistas y los medios que las publicaron. Para los líderes islámicos aquellos los dibujos eran "blasfemos e insultantes", para Cristina Fernández su caricatura es cuasimafiosa.
En el semanario Brecha, el caricaturista Fermín Hontou publicó que “otra vez la caricatura es objeto de críticas y descalificaciones por parte del poder político.” Y agrega que “hay detrás de la acusación un espíritu censor que Fernández de Kirchner atribuye al dibujante, como si de ese modo intentara no dejar hablar por medio de un simple dibujo (no inocente). Suena un tanto exagerado, ¿no?, se preguntó Ombú. Hontou indica que “algunas veces la caricatura funciona como un espejo y el aludido acusa el golpe. (...) Sábat es sin duda alguna un capo, pero nunca mafioso”.
El periodista e investigador Juan Sasturain publicó que “Hermenegildo Sábat no dibujó nunca ni dibuja ahora por mandato de terceros o participa de operaciones mafiosas o conspiraciones. Sábat siempre hace –dentro de lo que sabe, puede y le permiten las circunstancias, como todos los que trabajamos en medios– lo que se le canta o –en su caso– lo que se le dibuja. Y responde desde ahí, con sabiduría, talento e independencia de criterio. El periodismo gráfico argentino contemporáneo sería bastante peor de lo que es si borráramos los dibujos del Menchi. Así que, por ese lado, la Presidenta deberá pensar que el dibujo de Sábat es (en principio y sobre todo) lo que opina Sábat. Y punto. Si le gusta, bien; y si le molesta, lo mejor que puede hacer –creo– es pensar por qué un tipo y artista sensible, inteligente, testigo cercano de la historia argentina contemporánea la dibujó así. Y ya está.”
En el propio diario Clarín, el periodista Miguel Wiñazki recordó que en Argentina, “el humor político gráfico nunca fue ignorado por la clase política. Al contrario. Juan Domingo Perón, para citar un sólo caso, no era benévolo con quienes hacían los escasos dibujos que aparecían durante sus primeros dos gobiernos. Toda ilustración que se le hiciera era, en general, antes controlada y aprobada o desaprobada. Por cierto, las dictaduras fueron lo peor. Juan Carlos Onganía clausuró Tía Vicenta, dirigida por Landrú. El motivo era claro: Landrú dibujaba al general con unos bigotes de morsa, y esto motivó la censura y la clausura. Durante la última dictadura, todo fue aún más difícil. Estaba prohibido publicar dibujos de Videla, Massera y Agosti, los integrantes de la primera Junta Militar. Hermenegildo Sábat vivía pensando cómo y cuándo satirizarlos, y encontró el momento. Un día después de la finalización del Mundial 78. "Ese día los dibujé. La imagen apareció en Clarín y entre tanto alboroto el dibujo no fue censurado". A partir de allí, los militares fueron objeto de su agudeza gráfica de manera reiterada. Y los dibujos se multiplicaron a partir de entonces, como los panes y los peces. En la noche más oscura se abrió un nuevo cauce hacia la libertad de expresión. “
Intento del Gobierno
En el semanario Brecha, el caricaturista Fermín Hontou publicó que “otra vez la caricatura es objeto de críticas y descalificaciones por parte del poder político.” Y agrega que “hay detrás de la acusación un espíritu censor que Fernández de Kirchner atribuye al dibujante, como si de ese modo intentara no dejar hablar por medio de un simple dibujo (no inocente). Suena un tanto exagerado, ¿no?, se preguntó Ombú. Hontou indica que “algunas veces la caricatura funciona como un espejo y el aludido acusa el golpe. (...) Sábat es sin duda alguna un capo, pero nunca mafioso”.
El periodista e investigador Juan Sasturain publicó que “Hermenegildo Sábat no dibujó nunca ni dibuja ahora por mandato de terceros o participa de operaciones mafiosas o conspiraciones. Sábat siempre hace –dentro de lo que sabe, puede y le permiten las circunstancias, como todos los que trabajamos en medios– lo que se le canta o –en su caso– lo que se le dibuja. Y responde desde ahí, con sabiduría, talento e independencia de criterio. El periodismo gráfico argentino contemporáneo sería bastante peor de lo que es si borráramos los dibujos del Menchi. Así que, por ese lado, la Presidenta deberá pensar que el dibujo de Sábat es (en principio y sobre todo) lo que opina Sábat. Y punto. Si le gusta, bien; y si le molesta, lo mejor que puede hacer –creo– es pensar por qué un tipo y artista sensible, inteligente, testigo cercano de la historia argentina contemporánea la dibujó así. Y ya está.”
En el propio diario Clarín, el periodista Miguel Wiñazki recordó que en Argentina, “el humor político gráfico nunca fue ignorado por la clase política. Al contrario. Juan Domingo Perón, para citar un sólo caso, no era benévolo con quienes hacían los escasos dibujos que aparecían durante sus primeros dos gobiernos. Toda ilustración que se le hiciera era, en general, antes controlada y aprobada o desaprobada. Por cierto, las dictaduras fueron lo peor. Juan Carlos Onganía clausuró Tía Vicenta, dirigida por Landrú. El motivo era claro: Landrú dibujaba al general con unos bigotes de morsa, y esto motivó la censura y la clausura. Durante la última dictadura, todo fue aún más difícil. Estaba prohibido publicar dibujos de Videla, Massera y Agosti, los integrantes de la primera Junta Militar. Hermenegildo Sábat vivía pensando cómo y cuándo satirizarlos, y encontró el momento. Un día después de la finalización del Mundial 78. "Ese día los dibujé. La imagen apareció en Clarín y entre tanto alboroto el dibujo no fue censurado". A partir de allí, los militares fueron objeto de su agudeza gráfica de manera reiterada. Y los dibujos se multiplicaron a partir de entonces, como los panes y los peces. En la noche más oscura se abrió un nuevo cauce hacia la libertad de expresión. “
Intento del Gobierno
Tras recibir todos los apoyos imaginables, el gobierno argentino intentó un acercamiento al caricaturista criticado por la Presidenta. El secretario de Medios, Enrique Albistur, intentó convencer a Hermenegildo Sábat para que fuese a la Casa Rosada, donde sería recibido en audiencia especial por la propia Presidenta, según publicó Perfil. La publicación conjeturó que una foto sellaría el encuentro y repararía un desliz que a Cristina de Kirchner le ha costado bastante. Un amigo de Sábat dijo que la respuesta del artista ante la invitación fue que tenía que viajar a Portugal a recibir un premio. Cuando Albistur le preguntó si podía ser después del viaje, Sábat le contestó que debía viajar a España para recibir otro premio por su defensa a los derechos humanos. "Cancele el viaje", fue la respuesta.
25 de septiembre de 2008
17 de septiembre de 2008
16 de septiembre de 2008
Peloduro
Un trazo inconfundible
Un día como hoy, 16 de setiembre, del año 1909 nació en Salto, Julio Emilio Suarez Sedraschi -"Peloduro"- Murió en Montevideo el 15 de agosto de 1965. Fue dibujante, historietista, ilustrador, caricaturista, pintor, periodista, humorista literario, hombre de radio; Secretario de Redacción de la Revista "Mundo Uruguayo", fundó y dirigió la revista más célebre del Humor Uruguayo "Peloduro".
Según recuerda la página de la Fundación “Lolita Rubial”, Suárez “comienza a publicar sus apuntes parlamentarios en "El Nacional", Diario fundado por Carlos Quijano y que tuvo corta vida. Sus primeros dibujos los comienza a publicar en "El Plata": "Wing y Roncadera", (gérmenes de los futuros e inolvidables "Peloduro" y "El Pulga"). En la revista "Mundo Uruguayo" ejerce el cargo de Secretario de Redacción durante algunos años, allí también ilustra y hace humor. Agudo como pocos, abordaba con maestría la Caricatura Política y la Historieta, las que firmaba con varios seudónimos (Jess, J.E. Suarez, Suarez). Trabajó en variados medios periodísticos de su época: ("El Nacional", "Marcha", "El Popular", "Epoca"; "Justicia", "El Diario", "La Mañana"), sin olvidarnos de su entrañable revista "Peloduro". (...) Recibe en 1941 el Premio de la Comisión Municipal de Cultura por sus 50.000 historietas, y un Segundo Premio por su Afiche de Carnaval. Funda la revista "Peloduro" (su primer número aparece el 28 de julio de 1943), esta pasa por muchos apremios económicos por los que a los sucesivos cierres se suceden varias épocas, (la última de ellas va de enero a julio de 1964). Su incursión radial fue variada y muy rica: "Peloduro" en CX 24 "La Voz del Aire", libretó durante algún tiempo "Los Risatómicos", para CX 14 "El Espectador" , allí también leyó sus "Charlas con Juan Julio" (notables reflexiones de la realidad nacional e internacional).La actriz Jebele Sand le "da voz" a su personaje "Marieta Caramba".
Un día como hoy, 16 de setiembre, del año 1909 nació en Salto, Julio Emilio Suarez Sedraschi -"Peloduro"- Murió en Montevideo el 15 de agosto de 1965. Fue dibujante, historietista, ilustrador, caricaturista, pintor, periodista, humorista literario, hombre de radio; Secretario de Redacción de la Revista "Mundo Uruguayo", fundó y dirigió la revista más célebre del Humor Uruguayo "Peloduro".
Según recuerda la página de la Fundación “Lolita Rubial”, Suárez “comienza a publicar sus apuntes parlamentarios en "El Nacional", Diario fundado por Carlos Quijano y que tuvo corta vida. Sus primeros dibujos los comienza a publicar en "El Plata": "Wing y Roncadera", (gérmenes de los futuros e inolvidables "Peloduro" y "El Pulga"). En la revista "Mundo Uruguayo" ejerce el cargo de Secretario de Redacción durante algunos años, allí también ilustra y hace humor. Agudo como pocos, abordaba con maestría la Caricatura Política y la Historieta, las que firmaba con varios seudónimos (Jess, J.E. Suarez, Suarez). Trabajó en variados medios periodísticos de su época: ("El Nacional", "Marcha", "El Popular", "Epoca"; "Justicia", "El Diario", "La Mañana"), sin olvidarnos de su entrañable revista "Peloduro". (...) Recibe en 1941 el Premio de la Comisión Municipal de Cultura por sus 50.000 historietas, y un Segundo Premio por su Afiche de Carnaval. Funda la revista "Peloduro" (su primer número aparece el 28 de julio de 1943), esta pasa por muchos apremios económicos por los que a los sucesivos cierres se suceden varias épocas, (la última de ellas va de enero a julio de 1964). Su incursión radial fue variada y muy rica: "Peloduro" en CX 24 "La Voz del Aire", libretó durante algún tiempo "Los Risatómicos", para CX 14 "El Espectador" , allí también leyó sus "Charlas con Juan Julio" (notables reflexiones de la realidad nacional e internacional).La actriz Jebele Sand le "da voz" a su personaje "Marieta Caramba".
Practica la pintura, testimonio de esto son dos óleos suyos que integran el acervo del Museo Juan Manuel Blanes. Ilustra un almanaque para Toddy, con su personaje "Peloduro" como personaje y el fútbol como tema. En 1946 Emilio Cortinas funda la "Escuela de Artes Comerciales", en ella Suarez ejerce como docente junto a otros dibujantes de primer nivel.
15 de septiembre de 2008
Bellas artes
De la caricatura
considerada como una de las bellas artes
Jaime Clara
El título pertenece a una cita del escritor cubano Alejo Carpentier en un artículo sobre la caricatura norteamericana, publicado, en la revista “Letra y Solfa”, en noviembre de 1956. Y no es una exageración.
Para Carpentier, “la caricatura ha logrado, en los Estados Unidos, una calidad de factura y de contenido difícil de igualar.” Alude en ese artículo a Saúl Steinberg, al que define como “caricaturista de ‘cosas’, tanto como caricaturista de hombre” y que hace pensar “en el nivel que ha alcanzado un arte, considerado hasta ahora como arte menor, en la multiplicación de sus enfoques satíricos.” Los caricaturistas norteamericanos de aquella época –mitad del siglo XX- eran elogiados por el escritor cubano, que indica que “cuyas ocurrencias diarias están constituyendo una suerte de recuento de las angustias del hombre civilizado en esta época.” El artículo menciona como “caricatura” al llamado dibujo satírico, de situación, que no siempre tiene un personaje conocido como protagonista.
Casi diez décadas después, si bien la caricatura ganó espacios, todavía es considerado un arte menor. Es “un modo de expresión que dispone de argumentos propios para decir las cosas”, argumentó Carpentier en el mismo artículo.
Los orígenes de la caricatura vienen de lejos en el tiempo. Las crónicas mencionan al italiano Annibale Carracci como el que comenzó esta tradición artística. En el siglo XVI fue inventado el concepto caricatura, que proviene de caricare, que significa “cargar”. Carracci se preguntó que “¿no es la tarea del caricaturista exactamente la del artista clásico?” Y respondió que “los dos ven la verdad perenne detrás de la superficie de la mera apariencia exterior. Los dos tratan de ayudar a la naturaleza a llevar a cabo su plan. Uno puede tratar de visualizar la forma perfecta y plasmarla en su trabajo, el otro aprehende la deformidad perfecta y así revela la esencia absoluta de la personalidad. Una buena caricatura, como toda obra de arte, es más parecida a la realidad que la vida misma”.
Los historiadores recuerdan que Leonardo da Vinci representó una ruptura con los modelos universales establecidos en su época. “Se opuso al concepto de "belleza" ideal, defendiendo la imitación de la naturaleza con fidelidad, sin tratar de mejorarla. Y así contempla la fealdad y lo grotesco, como en sus dibujos de personajes deformes y cómicos, considerados las primeras caricaturas de la historia del arte.”
Para el escritor Honoré de Balzac “la caricatura es un recurso agresivo y cordial”. Para Emil Dovifat, la caricatura es “cargar e insistir y es en sí la exageración satírica de las particularidades propias de personas o circunstancias, señaladas de forma certera o impresionante”.
La caricatura es una búsqueda de equilibrios, de armonía dentro de la fisonomía de un personaje, exagerando determinados rasgos, agrandarlos o hacerlos visibles de alguna manera. Esos rasgos pueden ser de la fisonomía del caricaturizado o algo vinculado a la actividad que realiza, a una situación, a un hecho noticioso que lo involucre. El punto es que esa exageración que lleva, generalmente, un vínculo cómico “cuando no se le toma como objeto sino como simple medio por el cual el dibujante presenta a nuestros ojos las contorsiones que ve en la naturaleza”, dice Henry Bergson en su ensayo “La risa”.
El crítico Gombrich menciona un aspecto que es clave en la caricatura, cuando dice que “si hay un tipo de imagen que se queda muda sin ayuda del contexto y el código, es la caricatura política”. Es fundamental que el espectador conozca la situación que se dibuja. Además, ponía de manifiesto la trascendencia de la labor del dibujante cómico cuando escribió que “el dibujante por desdeñable que sea su calidad artística, tiene más probabilidades de impresionar en una campaña de odio que el orador de masas y el periodista.”
Charles Baudelaire, que tiene un formidable ensayo sobre la caricatura y la sátira, indicó que “sin duda alguna, una historia general de la caricatura en sus relaciones con todos los hechos políticos y religiosos, graves o frívolos, relativos al espíritu nacional o a la moda, y que han agitado a la humanidad, resultaría una obra gloriosa e importante”.
Para el notable caricaturista norteamericano Al Hirschfeld, “una caricatura es algo que tiene una idea literal, un punto de vista. Con los años, dijo, simplemente me he preocupado sobre la línea, formando un espacio. Una caricatura no depende de la calidad, sino de la idea. Si es una idea buena, cualquiera puede hacerlo”
Artículo publicado en "La pupila" Revista de Artes Plásticas. Montevideo, Nº 2. Las caricaturas que acompañan este artículo son "Torres García" por Ombú, "Condeleeza Rice" por Arotxa, "Freud" por Tulio Pellicori y "Hitchcok" por Hogue
Uruguayos
Podemos definir a Uruguay como tierra de caricaturistas. Sin embargo esta forma de expresión plástica no ocupa los lugares de preferencia que debería a juzgar por los nombres que participan de esa lista de notables dibujantes. Desde Hermenegildo Sábat (abuelo) de la revista “Caras y Caretas” de finales del siglo XIX, su nieto y homónimo Hermenegildo Sábat (Menchi), radicado hace cuarenta años en Buenos Aires, pasando por los actuales Rodolfo Arotxarena (Arotxa), Fermin Hontou (Ombú), Horacio Guerriero (Hogue), Francisco Graells (Pancho) dibujante del diario francés “Le Monde”, Tunda Prada (Tunda), Jorge Satut, Domingo Ferreira (Mingo), Pedro Seoane, o los emblemáticos Leonardo Galeandro, Jorge Centurión (Cent), Julio E. Suárez (Jess), Diógenes Hequet, por nombrar solo algunos. Pero además es justo mencionar la cantidad de artistas plásticos para quienes la caricatura ha sido en algún momento una salida laboral en la prensa o que por lo menos dibujan caricaturas. En este último caso la lista sería interminable.
considerada como una de las bellas artes
Jaime Clara
El título pertenece a una cita del escritor cubano Alejo Carpentier en un artículo sobre la caricatura norteamericana, publicado, en la revista “Letra y Solfa”, en noviembre de 1956. Y no es una exageración.
Para Carpentier, “la caricatura ha logrado, en los Estados Unidos, una calidad de factura y de contenido difícil de igualar.” Alude en ese artículo a Saúl Steinberg, al que define como “caricaturista de ‘cosas’, tanto como caricaturista de hombre” y que hace pensar “en el nivel que ha alcanzado un arte, considerado hasta ahora como arte menor, en la multiplicación de sus enfoques satíricos.” Los caricaturistas norteamericanos de aquella época –mitad del siglo XX- eran elogiados por el escritor cubano, que indica que “cuyas ocurrencias diarias están constituyendo una suerte de recuento de las angustias del hombre civilizado en esta época.” El artículo menciona como “caricatura” al llamado dibujo satírico, de situación, que no siempre tiene un personaje conocido como protagonista.
Casi diez décadas después, si bien la caricatura ganó espacios, todavía es considerado un arte menor. Es “un modo de expresión que dispone de argumentos propios para decir las cosas”, argumentó Carpentier en el mismo artículo.
Los orígenes de la caricatura vienen de lejos en el tiempo. Las crónicas mencionan al italiano Annibale Carracci como el que comenzó esta tradición artística. En el siglo XVI fue inventado el concepto caricatura, que proviene de caricare, que significa “cargar”. Carracci se preguntó que “¿no es la tarea del caricaturista exactamente la del artista clásico?” Y respondió que “los dos ven la verdad perenne detrás de la superficie de la mera apariencia exterior. Los dos tratan de ayudar a la naturaleza a llevar a cabo su plan. Uno puede tratar de visualizar la forma perfecta y plasmarla en su trabajo, el otro aprehende la deformidad perfecta y así revela la esencia absoluta de la personalidad. Una buena caricatura, como toda obra de arte, es más parecida a la realidad que la vida misma”.
Los historiadores recuerdan que Leonardo da Vinci representó una ruptura con los modelos universales establecidos en su época. “Se opuso al concepto de "belleza" ideal, defendiendo la imitación de la naturaleza con fidelidad, sin tratar de mejorarla. Y así contempla la fealdad y lo grotesco, como en sus dibujos de personajes deformes y cómicos, considerados las primeras caricaturas de la historia del arte.”
Para el escritor Honoré de Balzac “la caricatura es un recurso agresivo y cordial”. Para Emil Dovifat, la caricatura es “cargar e insistir y es en sí la exageración satírica de las particularidades propias de personas o circunstancias, señaladas de forma certera o impresionante”.
La caricatura es una búsqueda de equilibrios, de armonía dentro de la fisonomía de un personaje, exagerando determinados rasgos, agrandarlos o hacerlos visibles de alguna manera. Esos rasgos pueden ser de la fisonomía del caricaturizado o algo vinculado a la actividad que realiza, a una situación, a un hecho noticioso que lo involucre. El punto es que esa exageración que lleva, generalmente, un vínculo cómico “cuando no se le toma como objeto sino como simple medio por el cual el dibujante presenta a nuestros ojos las contorsiones que ve en la naturaleza”, dice Henry Bergson en su ensayo “La risa”.
El crítico Gombrich menciona un aspecto que es clave en la caricatura, cuando dice que “si hay un tipo de imagen que se queda muda sin ayuda del contexto y el código, es la caricatura política”. Es fundamental que el espectador conozca la situación que se dibuja. Además, ponía de manifiesto la trascendencia de la labor del dibujante cómico cuando escribió que “el dibujante por desdeñable que sea su calidad artística, tiene más probabilidades de impresionar en una campaña de odio que el orador de masas y el periodista.”
Charles Baudelaire, que tiene un formidable ensayo sobre la caricatura y la sátira, indicó que “sin duda alguna, una historia general de la caricatura en sus relaciones con todos los hechos políticos y religiosos, graves o frívolos, relativos al espíritu nacional o a la moda, y que han agitado a la humanidad, resultaría una obra gloriosa e importante”.
Para el notable caricaturista norteamericano Al Hirschfeld, “una caricatura es algo que tiene una idea literal, un punto de vista. Con los años, dijo, simplemente me he preocupado sobre la línea, formando un espacio. Una caricatura no depende de la calidad, sino de la idea. Si es una idea buena, cualquiera puede hacerlo”
Artículo publicado en "La pupila" Revista de Artes Plásticas. Montevideo, Nº 2. Las caricaturas que acompañan este artículo son "Torres García" por Ombú, "Condeleeza Rice" por Arotxa, "Freud" por Tulio Pellicori y "Hitchcok" por Hogue
Uruguayos
Podemos definir a Uruguay como tierra de caricaturistas. Sin embargo esta forma de expresión plástica no ocupa los lugares de preferencia que debería a juzgar por los nombres que participan de esa lista de notables dibujantes. Desde Hermenegildo Sábat (abuelo) de la revista “Caras y Caretas” de finales del siglo XIX, su nieto y homónimo Hermenegildo Sábat (Menchi), radicado hace cuarenta años en Buenos Aires, pasando por los actuales Rodolfo Arotxarena (Arotxa), Fermin Hontou (Ombú), Horacio Guerriero (Hogue), Francisco Graells (Pancho) dibujante del diario francés “Le Monde”, Tunda Prada (Tunda), Jorge Satut, Domingo Ferreira (Mingo), Pedro Seoane, o los emblemáticos Leonardo Galeandro, Jorge Centurión (Cent), Julio E. Suárez (Jess), Diógenes Hequet, por nombrar solo algunos. Pero además es justo mencionar la cantidad de artistas plásticos para quienes la caricatura ha sido en algún momento una salida laboral en la prensa o que por lo menos dibujan caricaturas. En este último caso la lista sería interminable.
12 de septiembre de 2008
Sábat sobre Piazzolla
Nuevo libro de Sábat
Resucitó Piazzolla*
Jaime Clara
Quienes visiten la estación Lima del subte de Buenos Aires, en el barrio de Monserrat, sobre Avenida de Mayo se encontrarán con tres murales que homenajean a grandes figuras del tango. Uno de ellos, con un colorido bandoneón enorme, recuerda al músico Astor Piazzolla (1921-1992). El autor de las obras es el caricaturista uruguayo Hermenegildo “Menchi” Sábat. Aunque se conocieron, Sábat y Piazzolla no fueron amigos. Ambos compartieron proyectos comunes: Menchi es el autor de la tapa del disco de Piazzolla y Horacio Ferrer de la ópera-tango “María de Buenos Aires” (1968) mientras que Astor escribió el prólogo al libro de Sábat sobre Gardel “Al troesma con cariño” (1978).
Hace muchos años que Sábat se dedica a realizar lo que denomina “interpretaciones gráficas” sobre individuos a los que admira. Así fue que aparecieron los libros sobre Jorge Luis Borges, Aníbal Troilo, Bix Beiderbecke, Toulouse Lautrec, Carlos Gardel, Django Reinhardt, Charlie Parker y Fernando Pessoa. La nueva interpretación gráfica, que acaba de ser publicada, es sobre Astor Piazzolla lleva el título Que no se entere Piazzolla. Contribución a la iconografía apócrifa del gran músico.
La figura del músico siempre interesó a Sábat, que comentó en una entrevista que “el señor Piazzolla, nativo de Mar del Plata, se cría en Nueva York, vuelve y crea una música que es la música de Buenos Aires. Si es tango o música clásica me importa tres pepinos. Pero acá se subestimó al tango y a Piazzolla, como en alguna medida se subestima a Borges y a Cortázar. Y son de algún modo tres íconos insustituibles de esta ciudad. Lo que me llama mucho la atención es la forma de representar Buenos Aires de tres tipos que no pasaron acá su infancia. Son tres tipos que le han hecho un homenaje a Buenos Aires sin haber vivido su infancia acá.” Para Sábat, Piazzolla fue “la oreja que descubrió Buenos Aires”. Sin embargo el bandoneonista tuvo que defenderse muchas veces: “estoy harto de que todo el mundo me diga que lo mío no es tango. Como estoy cansado, les digo que, bueno, que lo mío, si quieren, es música de Buenos Aires. Pero la música de Buenos Aires, ¿cómo se llama?: tango. Entonces lo mío es tango”.
DIBUJOS Y ALMAS El prólogo del libro está escrito por el integrante de la Academia Nacional del Tango Hipólito Jesús Paz. Sobre Sábat, dice que “en sus mágicos retratos se exalta - para mí - en este caso, la vocación de Piazzolla como autor y como intérprete. Y ¿qué es la vocación? La vocación es un llamado y es un camino. Un llamado que no se puede desoír porque renunciar a él es renunciar a ser. A ser lo que se debe ser. Es darse muerte para entregarse a morir una vida que no vale la pena de ser vivida. Es ejercitar el heroísmo de cada minuto que opone a las tentaciones de una claudicación fácil, la grandeza de un destino difícil. Eso, no lo ignoraba Piazzolla y por cierto ¡bien que lo sabe Hermenegildo Sábat! de lo cual dan prueba cada una de sus creaciones que los años van enriqueciendo...". Paz agrega que “una mirada es mucho más elocuente que un discurso; y en el caso de Astor lo es aún más, pues la expresión que con su arte el autor ha impregnado a sus ojos es inolvidable. Sábat es un osado explorador del alma. Llega hasta lo más profundo de ella que a veces está llena de luz y de gracia y otras oculta tras el misterio. Se ha dicho que la cara es el espejo del alma. Pienso que no es así. La cara es el alma. Y Hermenegildo Sábat, maestro ejemplar, es un dibujante de almas.”
“Que no se entere Piazzolla” no es una biografía, o en todo caso, pretende ser una biografía imaginada, con textos como mojones, con testimonios que surgen de fuentes dudosamente calificadas y donde cada dibujo es un momento en la vida de “El Gato”, como se apodó al músico marplatense. “La parte del texto me cuesta mucho más, para mí lo primero siempre es el dibujo. Yo fui haciendo todos estos dibujos pensando en historias. Pero como no pretendo contar la biografía, tomo anécdotas y las mezclo. Son cosas que en algunos casos le escuché yo mismo a Piazzolla, otras que sé que efectivamente sucedieron. Después las atribuciones, los nombres inventados, son formas de divertirme mientras lo hago. En el fondo, los textos los pongo junto a los dibujos para que no quede una página en blanco”, confesó Sábat a la revista Ñ.
En cada dibujo, Piazzolla revive. Parece que “El Gato” tuviera más de siete vidas, donde lo que manda es el color y la composición de cada obra. Y artista del bandoneón no resucita solo: lo acompañan sus padres, Aníbal Toilo, Carlos Gardel, Diego Rivera, entre otros personajes. Para Sábat, la obra de Piazzolla tiene cada vez más relevancia. “Esto es un homenaje a un hombre realmente notable”, afirmó el caricaturista. “Con Piazzolla me tomé mucho tiempo por una cuestión de respeto y porque no soy buscalíos. Piazzolla era un hombre que sufrió mucho porque no era que navegaba contra la corriente, era un hombre diferente. Traté de enfatizar las contribuciones importantes de él como músico.“
A diferencia de su trabajo periodístico como caricaturista donde es famoso su estilo sin palabras, en sus libros Sábat, además de dibujar, incluye comentarios y digresiones de a modo de comentarios biográficos. Sin embargo no hay que creer todo lo que se ve, ni todo lo que se lee. Y esto es parte del mérito del libro: los dibujos son el resultado de la creatividad infinita del artista, aunque no importe que los textos sean de dudoso rigor histórico.
QUE NO SE ENTERE PIAZZOLLA. Contribución a la iconografía apócrifa del gran músico. Hermenegildo Sábat. Buenos Aires. Edición de la Universidad de Quilmes y el Fondo de Cultura Económica. 96 páginas.
* Publicado en "El País Cultural" el 5 de setiembre de 2008
Resucitó Piazzolla*
Jaime Clara
Quienes visiten la estación Lima del subte de Buenos Aires, en el barrio de Monserrat, sobre Avenida de Mayo se encontrarán con tres murales que homenajean a grandes figuras del tango. Uno de ellos, con un colorido bandoneón enorme, recuerda al músico Astor Piazzolla (1921-1992). El autor de las obras es el caricaturista uruguayo Hermenegildo “Menchi” Sábat. Aunque se conocieron, Sábat y Piazzolla no fueron amigos. Ambos compartieron proyectos comunes: Menchi es el autor de la tapa del disco de Piazzolla y Horacio Ferrer de la ópera-tango “María de Buenos Aires” (1968) mientras que Astor escribió el prólogo al libro de Sábat sobre Gardel “Al troesma con cariño” (1978).
Hace muchos años que Sábat se dedica a realizar lo que denomina “interpretaciones gráficas” sobre individuos a los que admira. Así fue que aparecieron los libros sobre Jorge Luis Borges, Aníbal Troilo, Bix Beiderbecke, Toulouse Lautrec, Carlos Gardel, Django Reinhardt, Charlie Parker y Fernando Pessoa. La nueva interpretación gráfica, que acaba de ser publicada, es sobre Astor Piazzolla lleva el título Que no se entere Piazzolla. Contribución a la iconografía apócrifa del gran músico.
La figura del músico siempre interesó a Sábat, que comentó en una entrevista que “el señor Piazzolla, nativo de Mar del Plata, se cría en Nueva York, vuelve y crea una música que es la música de Buenos Aires. Si es tango o música clásica me importa tres pepinos. Pero acá se subestimó al tango y a Piazzolla, como en alguna medida se subestima a Borges y a Cortázar. Y son de algún modo tres íconos insustituibles de esta ciudad. Lo que me llama mucho la atención es la forma de representar Buenos Aires de tres tipos que no pasaron acá su infancia. Son tres tipos que le han hecho un homenaje a Buenos Aires sin haber vivido su infancia acá.” Para Sábat, Piazzolla fue “la oreja que descubrió Buenos Aires”. Sin embargo el bandoneonista tuvo que defenderse muchas veces: “estoy harto de que todo el mundo me diga que lo mío no es tango. Como estoy cansado, les digo que, bueno, que lo mío, si quieren, es música de Buenos Aires. Pero la música de Buenos Aires, ¿cómo se llama?: tango. Entonces lo mío es tango”.
DIBUJOS Y ALMAS El prólogo del libro está escrito por el integrante de la Academia Nacional del Tango Hipólito Jesús Paz. Sobre Sábat, dice que “en sus mágicos retratos se exalta - para mí - en este caso, la vocación de Piazzolla como autor y como intérprete. Y ¿qué es la vocación? La vocación es un llamado y es un camino. Un llamado que no se puede desoír porque renunciar a él es renunciar a ser. A ser lo que se debe ser. Es darse muerte para entregarse a morir una vida que no vale la pena de ser vivida. Es ejercitar el heroísmo de cada minuto que opone a las tentaciones de una claudicación fácil, la grandeza de un destino difícil. Eso, no lo ignoraba Piazzolla y por cierto ¡bien que lo sabe Hermenegildo Sábat! de lo cual dan prueba cada una de sus creaciones que los años van enriqueciendo...". Paz agrega que “una mirada es mucho más elocuente que un discurso; y en el caso de Astor lo es aún más, pues la expresión que con su arte el autor ha impregnado a sus ojos es inolvidable. Sábat es un osado explorador del alma. Llega hasta lo más profundo de ella que a veces está llena de luz y de gracia y otras oculta tras el misterio. Se ha dicho que la cara es el espejo del alma. Pienso que no es así. La cara es el alma. Y Hermenegildo Sábat, maestro ejemplar, es un dibujante de almas.”
“Que no se entere Piazzolla” no es una biografía, o en todo caso, pretende ser una biografía imaginada, con textos como mojones, con testimonios que surgen de fuentes dudosamente calificadas y donde cada dibujo es un momento en la vida de “El Gato”, como se apodó al músico marplatense. “La parte del texto me cuesta mucho más, para mí lo primero siempre es el dibujo. Yo fui haciendo todos estos dibujos pensando en historias. Pero como no pretendo contar la biografía, tomo anécdotas y las mezclo. Son cosas que en algunos casos le escuché yo mismo a Piazzolla, otras que sé que efectivamente sucedieron. Después las atribuciones, los nombres inventados, son formas de divertirme mientras lo hago. En el fondo, los textos los pongo junto a los dibujos para que no quede una página en blanco”, confesó Sábat a la revista Ñ.
En cada dibujo, Piazzolla revive. Parece que “El Gato” tuviera más de siete vidas, donde lo que manda es el color y la composición de cada obra. Y artista del bandoneón no resucita solo: lo acompañan sus padres, Aníbal Toilo, Carlos Gardel, Diego Rivera, entre otros personajes. Para Sábat, la obra de Piazzolla tiene cada vez más relevancia. “Esto es un homenaje a un hombre realmente notable”, afirmó el caricaturista. “Con Piazzolla me tomé mucho tiempo por una cuestión de respeto y porque no soy buscalíos. Piazzolla era un hombre que sufrió mucho porque no era que navegaba contra la corriente, era un hombre diferente. Traté de enfatizar las contribuciones importantes de él como músico.“
A diferencia de su trabajo periodístico como caricaturista donde es famoso su estilo sin palabras, en sus libros Sábat, además de dibujar, incluye comentarios y digresiones de a modo de comentarios biográficos. Sin embargo no hay que creer todo lo que se ve, ni todo lo que se lee. Y esto es parte del mérito del libro: los dibujos son el resultado de la creatividad infinita del artista, aunque no importe que los textos sean de dudoso rigor histórico.
QUE NO SE ENTERE PIAZZOLLA. Contribución a la iconografía apócrifa del gran músico. Hermenegildo Sábat. Buenos Aires. Edición de la Universidad de Quilmes y el Fondo de Cultura Económica. 96 páginas.
* Publicado en "El País Cultural" el 5 de setiembre de 2008