REPARTO David Strathairn, Andrew Walker, Marina Orsini,
SINOPSIS Danny Dunkleman es un liberal judío que es nombrado abogado defensor de oficio de Mike Dowey, un skinhead neonazi que está siendo juzgado por la muerte de un inmigrante indio, asesinado por motivos raciales.
La película que acabamos de ver, que dicho sea de paso, ganó varios premios internacionales, nos permite reflexionar sobre varios aspectos vinculados a asuntos que son fundamentales para la convivencia en la sociedad de hoy.
Podemos analizar la película como si fuera el juego de muñecas rusas, un tema aparece dentro de otro, y luego otro y otro.
Comencemos por lo general: la historia. En ese sentido nos encontramos con un relato bastante lineal, simple. No dicho esto como valoración sino como mera descripción. Creo que esa llanura para plantear el nudo narrativo de la historia, lo que a mí me gusta llamarle “el cuentito”, es un valor en sí mismo. Y no es poco, porque a veces nos encontramos con argumentos demasiado rebuscados que hacen incomprensible para el espectador, ese primer nivel de comprensión de una obra. Así que esa primera instancia, está superada.
Seguimos en lo macro. Esa simpleza de la historia nos presenta dos personajes, protagonista y antagonista. Uno y otro. ¿Quién es quién? Ahí es cuando comienza a complicarse un poco todo esto. Perfectamente podemos decir que el abogado es en torno a quien gira toda la historia, pero también es lícito sugerir que en realidad el joven preso es quien tiene todo el peso dramático porque en sus cambios es que gira toda la historia, y además, es quien desencadena toda la historia. Así que este es otro punto a favor del planteo narrativo de la película.
Este juego de protagonista/antagonista, uno u otro indistintamente, tiene un desarrollo inteligente por parte del director, en la medida en que rápidamente, una vez que nos muestra los hechos, el disparador de la historia, comienza a dar señales de lo que va pasando en cada uno de ellos dos (el abogado y el neonazi). Como si fuera un juego de ping pong, cada uno se va pasando el conflicto del momento: primero el abogado que tiene que defender a un nazi, luego el nazi que tiene que aceptarlo, el juego de poder que se da en la primera entrevista, donde cada uno quiere marcar territorio para hacer notar quién manda allí, pero que a la larga, luego nos damos cuenta que ninguno de los dos es lo suficientemente firme y demuestran una gran vulnerabilidad a medida que avanza la historia. Esa firmeza aparente que cada uno tiene vinculada a sus convicciones, es ficticia. Da la sensación que cada vez que se ven o cada vez que uno piensa en lo que está embarcado, están con las defensas bajas, y ese sistema de ideas que cada uno tiene cruje, se viene abajo, justamente en función de la interacción con el otro, que a priori, suponíamos, como los personajes también suponían, que eran enemigos.
Son polémicos y removedores algunos conceptos del joven, durante esa primera entrevista entre ambos. Por ejemplo cuando dice “que me juzguen por lo que hice (en referencia al asesinato), no por lo que soy o por mis ideas” o cuando explica que hoy hay un nuevo mundo, multicultural y hay un nuevo lenguaje.
A veces tendemos a minimizar a quienes profesan determinadas ideologías totalitarias. Lo que entendemos como su primitivismo mental provoca que subestimemos su inteligencia. Y el joven neonazi es muy hábil y le hace ciertos planteos, poniéndose él mismo como asunto de la discusión. A partir de allí se da en la película algo que para mí es de lo más interesante que tiene el filme, un recurso que no es para nada nuevo, pero que se da como naturalmente, fluidamente, y es la rotación de roles de cada uno de los protagonistas. El acusado termina siendo defendido por quien ya ha dicho que lo odia y que piensa lo peor de él. La causa termina siendo una sola: más que el arrepentimiento de Michael el reconocimiento de su error al atacar sin motivo al inmigrante indio.
Hay un juego de intercambio de sentimientos que a veces parece perverso. El llanto del neonazi, la ira del abogado por no lograr lo que pretende, la reacción violenta de alguien cuyo aspecto es el del pacifico y calculador.
Tras el juicio, el arrepentimiento, la sentencia, el “cabeza rapada” que ya no lo es y el futuro, bastante más promisorio que lo que era para él cuando cayó preso, viene la distensión entre ambos y viene ese mensaje de “esperanza, esperanza, esperanza”.
Reflexiones finales
Como he dicho, la simpleza del relato es un valor positivo de la película, pero déjenme reconocerles que, a riesgo de ser contradictorio, esa simpleza es la que le quita algo de valor. Me hubiera gustado desde el punto de vista narrativo y creativo, un planteo más sólido, más novedoso. Porque las relaciones entre secuestrador y secuestrado, preso y carcelero, abogado y acusado, no son nuevas en el cine. Y esta es una más. Insisto, creo, en el fondo, ayuda a la comprensión de un tema que está por encima de todo, que es la discriminación, la tolerancia y la convivencia.
Aquí está Javier Miranda que podrá dar una visión mucho más completa que la mía sobre estos temas. Pero quiero hacer un apunte final sobre estos últimos conceptos que mencioné porque, en definitiva, para esto estamos aquí, por esto vimos la película que vimos y por estos temas es que los realizadores hicieron la película: tolerancia y convivencia.
Ya que está tan de moda resignificar los conceptos, analicemos unos segundos el concepto de TOLERAR. Según la Real Academia Española, tiene cuatro acepciones
1. Sufrir, llevar con paciencia.
2. Permitir algo que no se tiene por lícito, sin aprobarlo expresamente.
3. Resistir, soportar, especialmente un alimento, o una medicina.
4. Respetar las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias.
Es decir, que cuando reclamamos tolerancia, estoy partiendo de la base que “soporto” que estés allí, no somos iguales, somos diferentes, discrepo contigo, no te banco, pero como soy tolerante, te aguanto. ¿Saben? No me gusta. Tu eres como eres y yo soy como soy, diferentes si, pero no por diferentes nos tenemos que estar tolerando. Como si no fuésemos lo suficientemente inteligentes para convivir armónicamente en una sociedad que de por sí es multirracial, multirreligiosa, multicultural y todos los multi que Uds quieran. En ese sentido rescato las imágenes que cada tanto se dan en la primera parte de la película donde se ven transitando por la calle personas de diferentes orígenes, como si nada pasara, caminando, haciendo mandados, tranquilos, haciendo pacíficamente su vida, pero no tolerándose, en tensión.