15 de enero de 2007
Guillermo Fernández
Guillermo Fernández (1928-2007)
La lección del Maestro
En el medio de una ciudad vacía, achicharrada por el calor de una tarde de domingo, en un grave accidente automovilístico, murió el artista plástico Guillermo Fernández. Un hombre vinculado a San José durante fines de la década de 1950 cuando dictó clases en el Liceo Departamental. Todos le decían “Maestro”. Se ganó esa denominación por su capacidad docente. Su taller en la calle Magallanes en el Barrio Sur de Montevideo fue un influyente centro de formación de artistas durante décadas. La plástica uruguaya lamenta su desaparición.
Por Jaime Clara
Tras conocerse la muerte de Fernández, el periodista Jorge Abbondanza publicó en “El País” que “rara vez ocurre que un creador sea en persona tan cautivador como su obra, y sin embargo Guillermo no sólo disponía de una sensibilidad colosal para su trabajo sino además de una erudición y una inteligencia capaces de magnetizar a su interlocutor. La manera en que manejaba los puntos de referencia, en que desplegaba su conocimiento y en que lanzaba su sentido del humor, constituía un discurso casi incomparable del que disfrutaron colegas, amigos y discípulos, ya que no sólo deja atrás una producción valiosa sino una masa de alumnos a quienes supo formar en su taller con el regalo de esas cualidades personales.”
Guillermo Fernández fue pintor, grabador, trabajó con las formas, desarrollando casi todas las variantes de la expresión plástica. Nació en Montevideo el 25 de julio de 1928. En 1949 se vinculó con el Maestro Joaquín Torres García. Ingresó al Taller Torres García en 1951 continuando su formación con Alceu Ribeiro, Augusto Torres, Nenin Matto, Horacio Torres y José Gurvich. Realizó viajes de estudio a la República Argentina (1957-58), San Pablo (1968). Fue docente en Enseñanza Secundaria. Intervino en la organización y Dirección del Taller Municipal de Artes Plásticas de Paysandú (1959-66). Fue en esa época en que dictó cursos en el Instituto “Alfonso Espínola” de San José.
Desde 1962 dictó clases en su propio taller de donde han egresado los más destacados plásticos del país. Fue dibujante ilustrador en los diarios "El Diario", Acción", "El País" realizando trabajos también para Cine Club del Uruguay.
Resulta difícil no entrar en lugares comunes tras esta muerte absurda. Fue un docente modesto, generoso con todos los que se acercaban a su taller. No integró ninguna chacrita a las que la cultura uruguaya es tan afecta. Ese perfil bajo quizás le impidió trascender como se merecía. Pero Guillermo Fernández era, ante todo un ejemplo de ética. Abbondanza escribió que Fernández “refugiado en la tenacidad de su perfil bajo, ha sacrificado una parte de la notoriedad que suele acompañar a las figuras de primera línea del medio artístico: cabe decir que es el menos famoso de los maestros consagrados. Su discreción figura como escudo de una inteligencia que no sólo se refleja en el comportamiento personal o en la relación con oleadas de alumnos, sino también en la charla casual: hombre naturalmente tímido pero con un fondo de locuaz virtuosismo que en su caso se disfruta y se agradece, Fernández resulta luminoso cuando opina sobre los lenguajes visuales, sobre la tradición cultural, sobre la formación de jóvenes talentos, sobre el prójimo y el mundo. Armado de un vocabulario pródigo y un razonamiento certero, entrega así una capacidad que ha ido desarrollándose junto a la maestría creadora.”